La carrera hacia los Premios Oscars de este año es una de las más interesantes que se recuerdan. Si bien venimos de años algo más flojos en los que largometrajes olvidables como CODA, historia tierna, sí, pero no merecedora de un Oscar, se han llevado el Oscar a mejor película, en esta ocasión la guerra está entre películas que, desde luego, se merecen la estatuilla.
En esta ocasión hay películas para todo tipo de públicos, desde producciones hechas para fans del cine clásico y conmovedor como Los Fabelman hasta filmes de acción y aventuras como Top Gun: Maverick y Avatar: el sentido del agua. Pero si hay una película que ha dado la sorpresa por encima del resto esa es Todo a la vez en todas partes (Everything Everywhere All at Once).
Todo a la vez en todas partes es una película dirigida por los Daniels, la dupla de directores formada por Dan Kwan y Daniel Scheinert que, antes de llevar a cabo esta joya cinematográfica, se hicieron populares por la surrealista Swiss Army Man. Protagonizada por Daniel Radcliffe (sí, Harry Potter), esta película trata sobre un cadáver que sirve como una “navaja suiza”, ya que puede hacer de todo, y es utilizado por un náufrago para subsistir en una isla desierta.
La locura de este filme ya nos da algunas pistas de lo que nos podemos encontrar en Todo a la vez en todas partes. También escrita por ellos, se trata de una película en la que, literalmente, todo es posible. Y no os creáis que no lo utilizan: básicamente, es la trama que lo envuelve todo. Pero ¿por qué merece ganar el Oscar a Mejor Película?
Una película irrepetible
Por más que nos sigan cautivando, biopics musicales (Elvis, Blonde) o sobre directores de cine (Los Fabelman, Babylon) hay muchos y seguirán habiendo durante años. Sin embargo, pocas películas podemos encontrarnos con la inteligencia, la locura y el talento de Todo a la vez en todas partes.
La película comienza cuando se rompe el espacio-tiempo en una ruptura interdimensional que altera la realidad. En este contexto, Evelyn (Michelle Yeoh), una inmigrante china que trabaja en una lavandería en Estados Unidos, se ve envuelta en una aventura salvaje en la que descubre una dura verdad: solo ella puede salvar el mundo.
Gracias a sus “yo” de otros universos, además de a su total hartazgo de la vida, que la han llevado a que ya nada le importe, Evelyn comienza a hacerse poderosa para aprender a desentrañar los secretos del multiverso. Solo así puede salvarnos a todos y, también a ella misma.
Sé lo que estaréis pensando: la trama es como las últimas películas de Marvel, ¿no? Bueno, sí y no. Está claro que, desde que acabaron con Thanos, desde el Universo Cinematográfico de Marvel quieren explorar al máximo la idea del multiverso. Ya ha aparecido en multitud de ocasiones, como en Ant-Man and the Wasp: Quantumania, Doctor Strange en el Multiverso de la locura, Loki o Spider-Man: No Way Home.
Sin embargo, nada tiene que ver la concepción de los Daniels con estas películas de superhéroes que, sobre todo, sirven para autorreferenciarse y unir personajes que ya todo el público conoce. Todo a la vez en todas partes es, por más grande que acabe siendo, una película pequeña, con una historia muy cerrada y una tesis muy clara. Y su conclusión llega adonde difícilmente puede llegar un largometraje de Marvel.
Aun así, Todo a la vez en todas partes cuenta con los Hermanos Russo como productores, de forma que entenderla como una película de superhéroes tampoco está muy alejado de la realidad. De hecho, los Daniels en una entrevista, en tono jocoso, hablaron sobre esto.
“Preguntamos a los Russo cómo es hacer una película tan grande y luego no hicimos nada de lo que dijeron. Les dijimos ‘no lo vamos a hacer así”, explica Scheinert. “Teníamos menos del 10% del presupuesto de una de esas películas, así que no era lo mismo, no podíamos aplicar la experiencia”, añade Kwan”.
Pero el presupuesto no es lo único que cambia sobre estas películas, también su concepción. La familia protagonista no es nada superheroica; el contrario, es una familia migrante que vive al día y no hace otra cosa que trabajar y sobrevivir en la hostilidad de Estados Unidos. Esta es, de hecho, una de las reflexiones más interesantes que se hacen en el largometraje.
Detrás de Todo a la vez en todas partes también está A24, la productora de moda de Hollywood que está detrás de éxitos como Aftersun y La Ballena (también nominadas al Oscar este año), además de toda la filmografía de Ari Aster, que pronto continuará con Beau is Afraid.
Un prodigio técnico que solo pueden alcanzar unos pocos directores
Más allá de su loquísima historia, a nivel técnico la película es una locura. Lo que comentan sobre el presupuesto no se ve por ninguna parte; pasean por decenas de multiversos con un prodigio audiovisual absoluto, y tanto es así que los Daniels parten como favoritos a ganar el Oscar a mejor dirección. Ya ganaron los DGA Awards, los Premios del Sindicato de Directores, y solo Spielberg puede hacerles competencia.
Por otro lado, las interpretaciones son fabulosas. Michelle Yeoh lleva sobre sus espaldas todo el peso dramático, pero deja mucho hueco para que se luzcan, en papeles más cómicos, los secundarios Jamie Lee Curtis, Stephanie Hsu y Jonathan Ke Huan, los tres nominados en sus respectivas categorías).
Por último, no quisiera dejarme la importancia de la visibilidad que da esta película a la comunidad oriental, y en concreto china, en Estados Unidos. Se trata de un colectivo que, en general, suele ser olvidado en este tipo de premios, y gracias a este filme este año cuentan con más nominaciones que nunca.
Todo a la vez en todas partes es un fenómeno de esos que ocurren muy pocas veces en la industria cinematográfica. Probablemente no se repita una película igual en muchos años, y por ello merece llevarse el Oscar a Mejor Película.
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