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Adiós al Arrowverse: todo lo que aprendimos de los superhéroes de The CW

El final de The Flash cierra la etapa más dulce de DC Comics en televisión

Adiós al Arrowverse: todo lo que aprendimos de los superhéroes de The CW
Juan Carlos Saloz

Juan Carlos Saloz

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Hoy es un día triste para los fans de los superhéroes. Después del último episodio de la novena temporada de The Flash, el futuro de las series de The CW está en duda. Tras más de una década sin dejar de lanzar episodios semanales, no hay planes de seguir con los superhéroes de DC Comics en el canal, y parece que todo se va a centralizar en el universo ideado por James Gunn.

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Esto era, en realidad, una cuestión de tiempo. Con la película de The Flash a punto de salir y la intención de unificar todo el universo como ya lo hizo Marvel Studios en su momento, está claro que la locura de The CW no podía durar para siempre. No obstante, no deja de dar algo de pena que el universo se haya cerrado de este modo, puesto que fue el primero en abrir las puertas a un universo superheroico televisivo.

Arrow: la primera piedra de un universo hecho de casualidad

El mayor problema de las películas de DC Comics de Warner en los últimos ha sido su falta de planificación. Mientras Marvel Studios decidió sacar sus películas una a una, presentando a los personajes para luego unirlos en los grandes eventos que ya son habituales, en DC se hacían las cosas con prisas y buscando el gran fenómeno. Antes de conocer a Batman en solitario, ya lo vimos enfrentarse a Superman. Y esto, sumado a la calidad de los guiones, provocó la debacle de público que ya hemos visto.

Sin embargo, desde Warner tan solo tenían que observar a The CW, la pequeña cadena adolescente con algunos derechos de sus personajes, para saber qué camino tomar. Todo comenzó en 2012, cuando los productores Greg Berlanti, Marc Guggenheim y Andrew Kreisberg se unieron para hacer Arrow, la adaptación del arquero más famoso de DC.

En aquel entonces, era un personaje bastante desconocido, pero Berlanti y compañía sabían lo que hacían. Querían, básicamente, copiar lo que acababa de hacer Christopher Nolan en el cine. Tenía sentido: era el momento de la oscuridad, el realismo superheroico y la tecnología al servicio del espectáculo. Así que cogieron al personaje que más se parecía a Batman de todo DC y lo convirtieron en su protagonista. Oliver Queen era multimillonario, tenía un pasado traumático y se había pasado los últimos años en una isla desierta aprendiendo a luchar. Lo tenía todo para ser un pequeño Batman.

Gracias a un planteamiento acorde con la época y a un sólido guión que mezclaba un protagonista atractivo pero con carisma con un villano de primer nivel (Tommy Merlyn), la primera temporada funcionó como un tiro y dejó claro que los superhéroes también funcionaban en la pequeña pantalla.

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Sin embargo, la fórmula comenzó a crecer, no está claro si a sabiendas de la propia productora o por cariño del público, a través de sus personajes secundarios. John Diggle y Felicity Smoak, sus manos derechas, consiguieron conquistar al público, y pronto lo hizo también Laurel Lance. ¿Y qué haría un buen cómic en esta tesitura? Convertir a todos en héroes, por supuesto.

Con una segunda temporada que mejoró con creces a la primera gracias a Deathstroke como villano, la serie comenzó a dejar claro que aquí cualquiera podía ser un héroe. Y, a medida que avanzaban las temporadas, desde The CW se quitaron el complejo Nolaniano y comenzaron a dejar que héroes como Atom, que básicamente es el Ant-Man de DC, llegara a la serie. Y dio paso, por supuesto, a The Flash: una serie mucho más luminosa que pronto se convertiría en la principal de este universo.

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The Flash: todo es posible

Si algo tienen los cómics, y que está aprendiendo la televisión cada vez más, es que los superhéroes dan para mucho… y para muchos. En Arrow, una serie algo sobria que quería parecerse al Caballero Oscuro, pronto comenzaron a salir héroes de debajo de las piedras… así que os podéis imaginar lo que ocurrió con The Flash.

La serie protagonizada por un Grant Gustin en estado de gracia consiguió ser un éxito sin igual en lo que a ficciones superheroicas se refiere, y antes de que llegaran los héroes de Marvel a Netflix, todas las miradas frikis estaban colocadas sobre Flash. Si Arrow era el Batman del Arrowverso, Flash era el Superman. Era la luz que necesitaba su universo, y aunque sus efectos especiales no eran lo más para el momento, sentó las bases de lo que podía ser una gran serie de superhéroes.

Por fin, se había dejado el tono oscuro de Nolan a un lado, y sin complejos comenzó una serie que nos ha traído a villanos estrambóticos, giros de guión loquísimos y juegos científicos llevados al máximo exponente. The Flash era como ver, de verdad, los cómics adaptados a la pequeña pantalla. Y aunque el presupuesto no era lo más, rápidamente quedaba en un segundo plano.

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Supergirl: subiendo la apuesta

Arrow y The Flash continuaron adelante girando sus tramas y haciendo que, cada vez más, el Arrowverso pareciera un universo de cómic. Pero Berlanti y compañía no se iban a detener allí. Estaban teniendo un éxito sin igual para series de The CW, así que tenían que seguir explorando una fórmula que les había funcionado.

Pero, ahora que tenían a su propio Batman y su propio Superman… ¿qué podían hacer? Rápidamente llegaron a la conclusión: coger a una heroína como protagonista, y si podía ser más famosa que los anteriores, mejor. Supergirl llegó en 2015 para dejar claro que los héroes no eran solo cosa de hombres, y lo hizo recuperando el espíritu de las películas de Richard Donner: si The Flash tenía corazón, esta serie venía a doblar su apuesta.

Supergirl, de hecho, consiguió lo improbable: romper la veda que tenía la productora con los mayores iconos de DC Comics. En la serie se presentó a un Superman de lo más clásico encarnado por Tyler Hoechlin, y tanto gustó al público que dio pie a Superman & Lois, serie de 2021 que ha llegado hasta nuestro año y que ha demostrado que el mejor Superman no es el psicópata de Snyder, sino el que solo intenta ser un ciudadano normal.

The CW había conseguido, poco a poco y casi sin pretenderlo, tener su propio universo superheroico. Y sí, todavía estaba lejos de competir contra Marvel Studios, pero tampoco era su intención. Con su propio público y sus pequeñas series llenas de buenas intenciones, consiguieron conquistar a su propio público.

Legends of Tomorrow: entre Doctor Who y el Escuadrón Suicida

La otra gran apuesta que hizo The CW en esta época fue conformar su propio grupo de superhéroes. Con Arrow, The Flash y Supergirl tenían las tres patas que necesitaban para acoger a todo el público adolescente, así que solo les quedaba hacer algo un pelín más arriesgado: una serie protagonizada por un grupo de héroes.

De este modo, mientras los Vengadores triunfaban en el cine y Zack Snyder preparaba su Liga de la Justicia, The CW propició su propio conjunto superheroico… aunque muy distinto a lo que podríamos esperar. En Legends of Tomorrow se mezclaron algunos de los personajes secundarios más curiosos de la productora, desde Atom hasta Constantine pasando por White Canary. Y su misión consistía en algo muy cómic: viajar en el tiempo para arreglar problemas pasados y futuros.

Como si de un Doctor Who heroico se tratase, esta es una de las series en las que más se nota la vena geek y autoral de los productores. Ya no contaban solo las aventuras de un héroe en su respectiva ciudad, sino que ahora el escenario era absolutamente todo el espacio-tiempo. Esto provocó que las historias fueran cada vez más locas, divertidas y llenas de posibilidades. Y también demostró algo que parecía no estar tan claro en ese momento: que todo tipo de historias caben en un universo superheroico.

Gracias a Legends of Tomorrow, el Arrowverso pasó de verse como un conjunto de series similares con diferentes protagonistas a un universo real en la que todo estaba ligado pero donde cada serie contaba con su propio tono. De hecho, fue la precursora de los grandes eventos que vendrían después, incluyendo el masivo Crisis en tierras infinitas, que se adaptó a la pantalla por primera vez.

Black Lightning y Batwoman: posibilidades infinitas

Con la gallina de los huevos de oro encontrada, desde The CW no dejaron de seguir ampliando su universo. Ya no era solo que todas las series confluyeran entre sí, sino que además cada vez había más lugares en los que aparecer. El Arrowverso era cada vez más grande, y la buena audiencia que tenía hacía que los productores no dejaran de innovar en él.

Al estudio aún le quedaba un gran héroe afroamericano, y Black Lightning fue la respuesta que necesitaban. Con una vocación más serial que el resto, y sin tanta intención de conectarse con el resto del universo, esta ficción consiguió atrapar a un público que aún no estaba representado del todo en las series de The CW, y además lo aportó de un tono épico, más similar a Arrow, que confluía mejor con la historia oscura que se pretendía contar.

Y por otra parte está el caso Batwoman. Si con Supergirl les había salido bien, era evidente que con la contraparte femenina de Batman iba a suceder igual. Batwoman es una de las series más accidentadas de The CW, llegando incluso a tener que cambiar la protagonista (Ruby Rose) tras la primera temporada.

Aun así, volvió a cumplir con lo que buscaban: acercarse el máximo posible a las mejores historias de los cómics a su propia forma. Y, por supuesto, hubo cameo de Batman. Piedra a piedra y a través de los rincones más recónditos de DC, The CW conformó su propio universo de manera tan original como copia de lo que ya funcionaba. Y así ha durado hasta nuestros días, cuando con el futuro incierto del Arrowverso se despide su serie más icónica.

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Juan Carlos Saloz

Juan Carlos Saloz

Periodista cultural especializado en cine, series, cómics, videojuegos y todo lo que tus padres intentaban que evitaras en tu infancia. También director de cine en ciernes, guionista y liante profesional.

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