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Snowflame, el supervillano que conseguía su poder esnifando cocaína

Un supervillano de DC convertido en polvo

Snowflame, el supervillano que conseguía su poder esnifando cocaína
Randy Meeks

Randy Meeks

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Los años 80 fueron una época muy curiosa en los cómics de superhéroes. Las ventas iban tan por las nubes de manera continua y las sagas eran tan potentes que los autores iban encadenando éxitos, permitiéndose hacer virguerías que ahora mismo estarían rotundamente prohibidas por cientos de comités. Por ejemplo, Len Wein, Gerry Conway y Steve Englehart crearon un crossover no oficial entre Marvel y DC en las páginas de ‘Strange adventures’, ‘La liga de la Justicia’ y ‘Thor’ en la que ellos mismos (y la esposa de Englehart) salían hablando con los superhéroes.

Englehart, por entonces, ya era un nombre propio de los cómics: suyas son sagas como La Madonna Celestial o La Corona Serpiente en ‘Los Vengadores’, por ejemplo. Pero poco imaginaba el guionista que a sus cuarenta años recién cumplidos crearía el personaje más extraño de toda su carrera… o que aquella macarrada tendría una vuelta de tuerca tres décadas después: esta es la historia de Snowflame.

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¡Siente el calor de Snowflame!

Hay gente que no se da cuenta de lo mucho que las editoriales se copiaban entre sí en los 80. Tanto, que DC tuvo un grupo llamado Guardianes del Universo antes de que a Marvel se les ocurrieran sus homónimos de la galaxia. Este equipo nació en 1960 y estuvo unido a los Green Lantern Corps hasta que un crossover lo cambió todo (o eso pensaban): ‘Millennium’ empezó en 1988 y duró ocho semanas, en cada una de los que salió un cómic de la colección principal.

A lo largo de este crossover, Herupa Hando Hu, un Guardián, y Nadia Safir, una Zamaron (de verdad, entendemos que no leáis cómics, no parece nada sencillo) escogieron a diferentes héroes de alrededor de todo el planeta para formar un nuevo equipo: Los Nuevos Guardianes. Una mujer australiana que se convirtió en una fuerza cósmica, un hombre peruano que fue uno de los primeros superhéroes homosexuales de la historia, una mujer china, un hombre-planta…

Los ocho miembros de los Nuevos Guardianes eran la manera de DC de abrirse a un mundo más diverso. Los personajes acabaron siendo desde entes cósmicos hasta robots o fueron mordidos por vampiros supremacistas blancos con SIDA. No, no nos lo estamos inventando: The Hemo-globin fue el primer villano al que se enfrentaron ‘Los nuevos guardianes’. Pero el que lo cambió todo e hizo que la serie pasara a la historia de la infamia fue el de su número 2: Snowflame.

Qué gustito, qué placer, estar en la cocaína

El cómic se iniciaba directamente en la selva con el grupo enfrentado a un enemigo vestido de rojo con un aura blanca a su alrededor, que afirmaba “La cocaína es mi dios, y soy el instrumento humano de su voluntad”. La sutileza salía volando por la ventana y el tebeo solo acababa de empezar: Snowflame se hacía cada vez más fuerte al esnifar el poder de la planta de la cocaína sobre la que peleaba.

La mansión del villano, en mitad de la selva, tenía una piscina, chicas bailando en ropa interior y al propio personaje diciendo frases como “¿Sabes cuántas bolsas tenemos que vender a los distribuidores para comprar un Rolls-Royce? ¡Diez, Manuel!”. De fondo, personajes aparecían esnifando directamente. ¡En un cómic de DC! ¡Pensad en la absoluta locura que es esto! Es más, el propio Snowflame lo hacía para enfrentarse a nuestros héroes, sin plantas de por medio, afirmando que estaba ante “El regocijo definitivo, el éxtasis divino, la euforia de la electricidad que ahora surge de cada molécula de mi cuerpo”. Madre mía, ‘Oso vicioso’ en versión músculos.

Finalmente, el fuego que envolvía a Snowflame le hacía explotar… Y ahí se acababa su historia. Bueno, a priori. ¿O es que no sabéis que en los cómics de superhéroes nadie vive ni muere? Solo se transforma. Pasemos 32 años hacia el futuro: septiembre de 2020. La sociedad estaba recluida en sus casas, con miedo al Covid. Fue el momento perfecto para que Blake Northcott y Sean Murphy trajeran de vuelta al supervillano favorito de los niños.

No estaba muerto, estaba de parranda

Número 23 del volumen 5 de ‘Catwoman’. Selina viaja a Isla Nevada (sutil no es, desde luego) para asistir a una subasta presentada por -exacto- Snowflame, que explica cómo se libró hace años: “La clave para fingir tu propia muerte: explosiones. Si se lleva por delante a la suficiente gente, nadie va a mirar entre el lío para identificar partes de cuerpos”.

Eso sí, de reformado no tenía nada: seguía tomando droga (que incluso ofrece a Catwoman), reconociendo que “nunca lo ha dejado el suficiente tiempo” para saber si la confianza en sí mismo es natural o provocada por la cocaína. Por supuesto, Catwoman tiene que acabar con el cartel de la droga al completo enfrentándose a su antiguo amor, Snowflame (porque sí, dejan caer que estuvieron liados un pequeño periodo de tiempo).

Y efectivamente, el poder le sigue viniendo de esnifar sin control. Hay cosas que nunca cambian. Lo último que vemos de él es cómo una pantera gigante aparece de entre las sombras para zampárselo, con sus superpoderes eliminados gracias a un antídoto del pueblo de Isla Nevada. Desde entonces, no hemos vuelto a saber más de él, pero es posible que, viendo que ni siquiera es un rival digno de la novia de Batman, no vuelva a salir por las páginas de DC más que para ser un alivio cómico de vez en cuando. ¿Sinceramente? No se le echará mucho de menos.

Randy Meeks

Randy Meeks

Redactor especializado en cultura pop que te escribe en webs, revistas, libros, redes sociales, guiones, cuadernos y servilletas si no hay más sitios donde dar la chapa

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