The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom ya es todo un éxito en todo el mundo. En apenas tres días, el videojuego secuela de Breath of the Wild ya había vendido 10 millones de copias, un número increíble que irá aumentando a lo largo de los días, y que deja claro que Nintendo se encuentra en un estado de forma envidiable.
Lo más llamativo de Tears of the Kingdom, y lo que ha hecho que todos quieran comprarlo cuanto antes, es la integración de nuevas mecánicas de juego. Más allá de su apasionante historia y su capacidad de ser un mundo abierto tan vasto, ha sido la forma en la que juega con las texturas y las posibilidades infinitas de jugar como se quiera lo que ha hecho que sea tan impresionante.
Algo así ocurrió ya con Breath of the Wild. En 2016, el videojuego con el que debutó The Legend of Zelda en Nintendo Switch. Se trata de uno de los títulos que más han revolucionado la historia moderna del videojuego, gracias a su mundo abierto y a la posibilidad infinita de sus mecánicas. Su estética hizo creer en que una forma distinta de hacer videojuegos era posible. Y, además, sirvió para dar el pistoletazo de salida a la consola en todo el mundo.
Pero estos fenómenos, por más que puedan parecer tan históricos e irrepetibles, no son del todo sorprendentes en la saga. Desde sus orígenes en 1986, The Legend of Zelda ha dejado una huella imborrable en la industria de los videojuegos. Y sí, ha revolucionado el sector en varias ocasiones.
La libertad: el mayor objetivo de los Zelda
Uno de los aspectos más destacados de la saga The Legend of Zelda ha sido siempre su enfoque en la exploración y la libertad, algo que se ha ido haciendo más grande hasta llegar a explotar en Tears of the Kingdom. A diferencia de muchos juegos de la época, que se desarrollaban en niveles lineales, los juegos de Zelda ofrecían vastos mundos abiertos que invitaban a los jugadores a explorar a su propio ritmo.
Shigeru Miyamoto, el creador de la saga, expresó una vez su intención de recrear la sensación de aventura que sentía cuando exploraba bosques y cuevas en su infancia. Esta visión se hizo realidad en el primer juego de Zelda, datado de 1986, en el que los jugadores podían vagar libremente por el reino de Hyrule, descubriendo secretos ocultos y superando desafíos en su camino. Aunque había una historia que seguir, el jugador tenía libertad para moverse como quisiera.
La introducción de la mecánica de juego no lineal en The Legend of Zelda fue revolucionaria en su momento. Los jugadores podían elegir su propio camino y decidir qué áreas explorar y en qué orden. Esto fue un cambio radical con respecto a los juegos lineales en los que los jugadores estaban limitados a seguir una ruta predeterminada. Como señaló Miyamoto en una entrevista de 1986, “quería que los jugadores tuvieran la sensación de que podían hacer cualquier cosa y que el mundo del juego fuera suyo para explorar“.
Otra innovación importante introducida por The Legend of Zelda fue la inclusión de elementos de rompecabezas en un juego de acción y aventura, algo que hasta la fecha no era tan habitual. Ya en el primer título de la saga, los enigmas y desafíos que requerían de ingenio y habilidad eran ley, y es algo que ha aumentado a lo largo de los siguientes juegos. Además, era algo que casaba a la perfección con la libertad que pretendía: los jugadores tienen todo el peso de cómo seguir adelante.
La revolución Ocarina of Time
Pero si hay un juego que cambió para siempre la forma de jugar y sentir el sector, ese fue The Legend of Zelda: Ocarina of Time. Lanzado en 1998 para la consola Nintendo 64, Ocarina of Time fue el primer juego de Zelda en presentar gráficos en 3D y una jugabilidad completamente tridimensional. Esto permitió a los jugadores sumergirse aún más en el mundo de Hyrule y experimentar una sensación de inmersión sin precedentes.
El juego, de hecho, también introdujo el concepto de cambio de edad, donde el protagonista, Link, podía viajar en el tiempo y alterar el curso de los eventos. Esta mecánica de juego temporal abrió nuevas posibilidades y desafíos, lo que lo convirtió en un hito en la historia de los videojuegos. La mecánica se comenzó a emplear en cada vez más juegos, y hoy día es algo habitual en los RPG.
El impacto de The Legend of Zelda: Ocarina of Time en la industria fue innegable. Fue ampliamente elogiado por su narrativa épica, su jugabilidad innovadora y su mundo inmersivo. Muchos críticos y jugadores consideran que Ocarina of Time estableció un nuevo estándar para los juegos de aventuras en 3D, y sin duda marcó tendencia para todo lo que vendría después; incluida su secuela Majora’s Mask.
En lugar de tirar por lo que habría sido evidente, una versión optimizada de Ocarina of Time, decidieron hacer un juego completamente distinto, y gracias a ello volvieron a incurrir en cómo la gente veía a los videojuegos. De repente, una historia de terror con contrarreloj y el tiempo como principal enemigo tenía sentido, un título que te daba libertad a la vez que te aprisionaba, y que ponía a la narrativa por encima de todo.
De forma similar, es algo así como lo que ha ocurrido con Tears of the Kingdom respecto a Breath of the Wild. Pero, a pesar de las grandísimas innovaciones de este nuevo título, no ha sido tan rupturista como cabría esperar.
Cambiando el transcurso de los videojuegos
Más allá de Ocarina of Time, otros juegos de la saga Zelda también han introducido innovaciones que han influido en la industria de los videojuegos. Por ejemplo, The Legend of Zelda: A Link to the Past, lanzado en 1991, introdujo el concepto del mundo paralelo. Los jugadores podían viajar entre el mundo de la luz y el mundo oscuro, lo que agregaba una capa adicional de complejidad y exploración al juego. Esto fue algo histórico en su momento, y un recurso que muchos otros RPG explorarían después.
La saga también ha sido pionera en el uso de elementos musicales como parte integral de la experiencia de juego. En juegos como The Legend of Zelda: Ocarina of Time y The Legend of Zelda: Majora’s Mask, los jugadores podían tocar canciones en una ocarina para resolver acertijos y desbloquear nuevas áreas. Esta mecánica única sirvió para agregar una dimensión emocional a la jugabilidad, así como para crear una conexión más profunda entre los jugadores y el mundo del juego.
The Legend of Zelda: Link’s Awakening, lanzado originalmente en 1993 para la consola Game Boy, también fue notable en sus innovaciones, y a pesar de ser uno de los primeros juegos de Zelda portátiles, esto no hizo que fuera más humilde que el resto, sino que se esforzaba en compensarlo con su narrativa y sus mecánicas.
Link’s Awakening, por ejemplo, introdujo el concepto de mazmorras interconectadas, en las que los jugadores debían resolver rompecabezas y recolectar elementos clave para avanzar en el juego. Este enfoque de mazmorras interconectadas se ha utilizado posteriormente en otros juegos de la saga y ha sido apreciado por su diseño ingenioso. Además, dio pie a algo que se exploró con los juegos de Game Boy Advance: la cooperación entre varios jugadores.
Oracle of Seasons y Oracle of Ages ofrecieron una experiencia única al permitir a los jugadores intercambiar datos entre ambos juegos. Estos juegos se desarrollan en dos reinos diferentes y presentan desafíos y mazmorras exclusivas. Sin embargo, al completar uno de los juegos, los jugadores podían usar un código de enlace para transferir su progreso y continuar la aventura en el otro juego.
Esta innovadora función de conectividad entre juegos ofreció una experiencia más rica y prolongada, ya que los jugadores podían disfrutar de una historia más amplia y desbloquear contenido adicional al conectar los dos títulos. Fue una de las primeras veces que se implementó esta mecánica de conexión en la saga y sentó las bases para futuras experiencias interconectadas en los videojuegos.
Por su parte, The Legend of Zelda: The Minish Cap presentó una mecánica única basada en el tamaño y la manipulación de objetos. En este juego, Link podía usar una gorra mágica para reducir su tamaño y explorar el mundo en una escala diminuta. Esta habilidad le permitía acceder a áreas ocultas y resolver rompecabezas que de otro modo serían inaccesibles.
Además, The Minish Cap introdujo la mecánica de fusión de objetos, donde Link podía combinar elementos para crear herramientas y habilidades nuevas. Esto es algo que hemos visto muy recientemente en Tears of the Kingdom, pero que muchos otros juegos reaprovecharon antes.
Sin duda, The Legend of Zelda ha sido y es una de las franquicias más importantes de la historia del videojuego. Y no solo por sus ventas o sus historias, sino porque, en cada nueva entrega, los desarrolladores se han exprimido el cerebro para ver cómo podrían innovar en mecánicas y jugabilidad. Y siempre han dado en el clavo.
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