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El problema con Sue Storm: de la invisibilidad de Stan Lee a la mujer más poderosa de Marvel

De Chica a Mujer

El problema con Sue Storm: de la invisibilidad de Stan Lee a la mujer más poderosa de Marvel
Randy Meeks

Randy Meeks

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“Sue Storm, La Chica Invisible. Hobbies favoritos: la moda, cocinar, los cosméticos y leer novelas románticas“; “Si se casa, ¿dejará Los Cuatro Fantásticos? Tu suposición será tan buena como la nuestra. ¡Probablemente dependerá de con quién se case!”. El primer cómic anual de Los Cuatro Fantásticos creaba un perfil de la chica del grupo que incluso en la época daba cierto reparo. Stan Lee no sabía qué hacer con el personaje, su poder era el más débil y los lectores no la querían en el equipo. Entonces, ¿cómo ha sobrevivido hasta nuestros días como el personaje más importante y poderoso de la Primera Familia de Marvel?

Tomando el té y mirando vestidos

Los Cuatro Fantásticos nacieron en 1961, en plena bonanza económica yanqui: la II Guerra Mundial había terminado quince años antes y Vietnam aún era un país exótico del que la mayoría de los americanos no habían escuchado hablar. Superman llevaba 23 años sobrevolando los cielos de Metrópolis y en las oficinas de Marvel, una empresa que acababa de cambiar su nombre de la clásica Timely, unos tales Jack Kirby y Stan Lee preparaban el primer cómic de una colección que lo cambiaría todo.

Los cuatro fantásticos es el primer cómic superheroico en el que los héroes son, dentro de sus capacidades… humanos. Muestran imperfecciones, son personas del día a día y, además, luchan contra extraños villanos extraterrestres o provenientes, en un giro propagandístico que rozaba el absurdo, de más allá del Telón de Acero. Una familia de superhéroes. Reed Richards, el adulto; Johnny Storm, el adolescente; Ben Grimm, el broncas… Y Susan Storm, que bajo el dominio de Stan Lee tuvo la personalidad de “la chica”.

¿Sabéis cuál es el motivo por el que Sue se mete en el viaje espacial que, a posteriori, les daría poderes? Porque Reed “es su prometido, y donde tú vayas, yo voy”. En su época, con un estereotipo femenino sustentado en I Love Lucy y los cómics románticos, esto era lo que se esperaba de ella. Una mujer que, paradójicamente, se hacía… invisible. Mientras sus compañeros podían vanagloriarse de tener poderes extravagantes (la Antorcha Humana, Mister Fantástico, la Cosa), ella se quedaba a un lado adoptando, normalmente, el papel de doncella en apuros. Y el público empezó a darse cuenta.

Deberíais echarla

En la página de correo del número 6 es un tal Martin Ross el que abre fuego contra Sue: “¡Es lo más! Pero creo que deberíais echar a Susan Storm. Nunca hace nada”. Estas dos líneas -¿quién dijo que Twitter inventó lo de ser hater?- dieron lugar a una explosión de personas a favor y en contra que culminaron con una pequeña historia en la que los personajes leían las cartas e intentaban explicar que ella era esencial en el grupo.

“¡Unos lectores dicen que no contribuyo bastante, que estaríais mejor sin mí! Y tal vez tengan razón”, se lamentaba Sue antes de que Reed y Ben pusieran las cosas claras, comparando a la superheroína con la madre de Abraham Lincoln, culminando con un “¡Si queréis ver a mujeres peleando, id a ver lucha libre femenina!” y regalándole un pastel de cumpleaños a “nuestra compañera favorita”. No sin antes dejarla sin no saber qué decir y que La Cosa se sorprenda (“¡La primera vez que oigo a una mujer opinar algo así!”). Era la época.

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Sue Storm fue ganando importancia en las tramas, especialmente como punto central del triángulo amoroso entre Reed y Namor, pero sobre todo como contrapunto cómico que siempre hacía referencias a limpiar o comprarse vestidos de alta gama. Sue era una superheroína en un mundo de héroes en el que solo podía compararse con La Avispa, la compañera del Hombre Hormiga. Podía salvar el día de vez en cuando, pero ni siquiera el avance de los derechos de la mujer pudieron evitar que, una vez diera a luz a Franklin en 1968, nadie en Marvel supiera qué hacer con ella.

La mujer invisible

Sue se convirtió en un ama de casa, en un personaje que escuchaba al resto y que, en un momento dado, podía cambiar el curso de una batalla con sus campos de fuerza o sus rayos psiónicos, pero tuvo que venir John Byrne a ponerlo todo patas arriba y darle el papel que le correspondía en el Universo Marvel. No el de madre ni el de esposa, sino el de una de las mujeres más poderosas del mundo.

La Chica Invisible pasó a ser La Mujer Invisible, sus poderes crecieron en intensidad, empezó a desarrollar una personalidad propia más allá de Reed y Johnny… Y, finalmente, en Civil war, decidieron convertirla en todo lo que era y más. Enfrentados en la batalla superheroica, Sue acababa escribiendo una carta para Reed donde dejaba claras sus intenciones: “Johnny yo trabajaremos bajo tierra a partir de ahora, y obviamente ahí no hay sitio para Franklin y Valeria. Por eso te dejo que les cuides y te pido que les des el tiempo que les has negado tan a menudo en el pasado”. Boom.

Puede que Civil war no fuera el mejor cómic del mundo, pero sí supuso, 45 años después de su creación, el despertar final de un personaje que ya nunca volvería a llevar delantal y callar detrás de su marido. De la adolescente obsesionada con los vestidos a la mujer independiente pasaron decenas de guionistas y dibujantes que la han modelado con el paso del tiempo. La sumisa Sue de inicios de los años 60 tenía sentido en su contexto, pero vivimos mejor sabiendo que la Mujer Invisible siempre fue la más fantástica de los cuatro. Ahora solo falta ver si en la próxima película de Marvel son capaces de comprenderlo.

Randy Meeks

Randy Meeks

Redactor especializado en cultura pop que te escribe en webs, revistas, libros, redes sociales, guiones, cuadernos y servilletas si no hay más sitios donde dar la chapa

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