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Recordando Los Serrano: la serie que resume la España de los 2000
Con motivo del reencuentro en Telecinco, recordamos Los Serrano


- 18 de abril de 2023
- Actualizado: 11 de agosto de 2024, 12:57

A mis once años, allá por 2006, mis referentes musicales se basaban en el pop de la época en España: La oreja de Van Gogh, Estopa o El Canto del Loco vertebraban un sistema de creencias que pronto se abriría a mucho más. Pero, en ese momento, apenas podía adivinar entre dos o tres canciones de cada uno de ellos. Las que no podía evitar al estar sonando todo el día en radios, televisiones, etcétera.
Pero hay un grupo del que me sabía todas y cada una de sus canciones, las repetía en bucle y las cantaba con mis compañeros de sexto de primaria: Santa Justa Klan. Desde A toda mecha hasta Soy la caña, pasando por su versión de Adiós Papá de Los Ronaldos y por Qué buena está la profesora de inglés —que recuerdo poner a nuestra profesora de la ESO… eran otros tiempos—, el grupo sintetizó el espíritu de ser preadolescente en la época. Al igual que la serie de la que provenía, Los Serrano, reflejó a la perfección la España de los años 2000.

Una familia del siglo XXI
Los Serrano, actualmente en Amazon Prime Video, es una serie creada en 2003 por Daniel Écija (7 Vidas, Aída) y Álex Pina (La Casa de Papel, Sky Rojo). La pareja de estrellas llevó a cabo esta producción para Telecinco, que se mantuvo en prime time durante 8 temporadas y la friolera de 147 capítulos. Lo hizo con varios altibajos y un final desastroso que ha sido recordado durante años, pero conquistando al público gracias a personajes creados con tanto corazón como defectos.
La ficción contaba con una premisa ya de por sí novedosa para la época, sobre todo si recordamos que veníamos de un siglo XX en el que todo valía y nos embarcábamos hacia la década de los 2010, llena de corrección y donde la moral se alzó por encima de la brusquedad prototípica anterior.
En la serie, Diego Serrano, que se ha quedado viudo hace unos pocos años, se casa con Lucía, divorciada, después de que se reencontraran años después de que fueran novios de infancia. Juntos se mudan a la casa familiar de Diego, en Madrid, con sus cinco hijos: tres de Diego y dos de Lucía.

Juntos comienzan a convivir y el punto de vista se reparte entre tres generaciones: los adultos con sus problemas como padres, los jóvenes con sus primeros escarceos con el amor y las fiestas, y los más pequeños con su día a día en el colegio. Era, por lo tanto, una serie para todos los públicos: es decir, a cada parte de la familia le importaba lo suyo.
Esta diatriba entre modernidad y tradición se resumía a la perfección por los personajes. Por una parte teníamos a Lucía (Belén Rueda), Eva (Verónica Sánchez) y Teté (Natalia Sánchez), tres mujeres —una madre y sus dos hijas— provenientes de Barcelona, refinadas, cultas e independientes que mostraban esa España del futuro.
Y por otra parte teníamos a Los Serrano “originales”: Diego (Antonio Resines), Marcos (Fran Perea), Guille (Víctor Elías) y Santi (Jesús Bonilla). Una panda de cafres del Madrid clásico, que a pesar de tener edades distintas estaban abocados a seguir la tradición de “Españita”: fútbol, jamón serrano —de hecho tenían una taberna— y gritos everywhere. El pequeño Curro (Jorge Jurado) servía como nexo narrador en su profunda inocencia, aunque pronto se decantó también por su lado de la balanza.

Tramas para todos
Aunque la primera temporada sentó las bases costumbristas que tendría la serie, como suele pasar con estas ficciones, pronto se comenzó a decantar por nuevas tramas y personajes. Actores como Antonio Molero, Fiti en la ficción, engatusaron tanto al público que acabaron convirtiéndose en principales. E incluso llegamos a experimentar el gran auge de Javier Gutiérrez en las últimas temporadas de la serie.
Al contar con personajes tan cafres pero con tantísimo corazón, Los Serrano conquistó muy pronto al público, y sus desventuras se hicieron más y más virales. Sin miedo a nada, la serie pasó por todos los temas que se iban poniendo de moda a principios de los 2000, metiéndose en no pocas polémicas durante su época.

Aunque a veces había algunos saltos de tono que hacían poner el grito en el cielo a sus fans, en general se mantuvo bastante regular y, a pesar de que algunos de sus personajes principales fueron cayendo —Fran Perea, Verónica Sánchez y Belén Rueda dejaron de aparecer, cada uno justificado de distinta forma—, se mantuvo bastante digna hasta su final.
Gracias al buen hacer de Écija y Pina, de hecho, ya no solo Gutiérrez se hizo un hueco en el cine y televisión de nuestro país, sino que otros como Alejo Sauras o Alexandra Jiménez, en principio secundarios recurrentes, ganaron poder y acabaron con una carrera muy fructífera fuera de la serie.

Nuestra propia Lost
Los Serrano también fue nuestra propia Perdidos (Lost). A pesar de que no contaba con ningún elemento de ciencia ficción ni con el cliffhanger habitual de la serie de J.J. Abrams y Damon Lindelof, la serie española comenzó a tirar de demasiados giros de guión que la hicieron perderse por el camino.
Lucía murió, dejando viudo por segunda vez a Diego, Teté y Guille se liaron entre ellos —como lo habían hecho, al principio, sus hermanos mayores— y hasta el pequeño Curro se convirtió en un pequeño delincuente. Por ello, cuando la serie tuvo que terminar, los guionistas estaban en un brete: ¿cómo podían hacer para generar un final redondo que pusiera todo en su sitio?

Fácil: todo sería un sueño. Sin otra salida que tomar, decidieron que el final de la serie iba a culminar justo donde comenzó: la mañana después de la boda, Diego se despierta y se da cuenta de que todo lo ha soñado. Comienza, de este modo, una nueva vida en familia, con su mujer viva, sus hijos pequeños sin “corromper” y todo en su sitio.
Así, el 17 de julio de 2008 se dio por finalizada la serie con una escena mítica que todos recordamos: vestidos como niños pero ya entrados en años, los hijos de Diego y Lucía se reúnen para desayunar como al principio de la serie. Parecía que nada había pasado y así lo quisieron mostrar, pero evidentemente no era así, y las costuras se vieron rápidamente.
Recordado como uno de los peores finales de la historia, la conclusión de Los Serrano fue bastante curiosa y levantó algo de polémica en su día. Eso sí, como mínimo fue recordado por todos, y a pesar de no tener mucho sentido se vio como un recurso divertido al que aún hoy día se hace alusión.

La música como nexo
Como advertía al principio, uno de los ingredientes más llamativos de la serie fue su utilización de la música. La recordada introducción de los capítulos era la canción Uno más uno son siete, compuesta por Mikel Erentxun pero interpretada por Fran Perea, Marcos en la serie.
Como cantautor en ciernes, el personaje de Fran Perea iba construyendo a lo largo de la serie su propia carrera musical. Tanto la serie como el cantante se retroalimentaban, ya que su música era la banda sonora habitual, y temas como La chica de al lado o La vida al revés iban vertebrando la estructura de Los Serrano.

Pero Fran Perea no fue el único músico, ni mucho menos, que tuvo importancia en la serie. Durante una época, Los Serrano también sirvió para impulsar la carrera de El sueño de Morfeo, grupo que llegó a representar a nuestro país en Eurovisión, ya que la cantante Raquel del Rosario aparecía como novia de Marcos durante una época.
Y, por supuesto, cuando se pusieron divertidos conformaron Santa Justa Klan, grupo del que ya os he hablado arriba pero que iba dirigido al público joven y buscaba adentrarse en la tendencia rapera de postureo que marcó aquellos nada envidiables 2000.

Un éxito internacional sin precedentes
A pesar de haber sido un resumen de la España de los 2000 y de servir como retrato generacional, Los Serrano tuvo una interesantísima cabida fuera de nuestro país. La versión original se emitió en decenas de países, desde el norte y este de Europa como Serbia, Eslovenia, Bosnia, Montenegro y Finlandia —donde fue un auténtico fenómeno— hasta toda Latinoamérica.
Además, se hicieron varias versiones de la serie en otros países: en Portugal se llamó Os Serranos, en Italia I Cesaroni, en Serbia Sindelici, en Grecia Ευτυχισμένοι μαζί, en Turquía Ilk Aksil, en Eslovenia Česnovi, en Bulgaria Nie, nashite i vashite, y en República Checa Horákovi.

Sin duda, Los Serrano fue un éxito sin precedentes que dejó claro el buen hacer de la ficción española, y sirvió como precedente para todo lo que vino después. Evidentemente, el éxito de La Casa de Papel no existiría sin Los Serrano.
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Periodista cultural especializado en cine, series, cómics, videojuegos y todo lo que tus padres intentaban que evitaras en tu infancia. También director de cine en ciernes, guionista y liante profesional.
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