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Ni podía volar, ni temía a la kriptonita: cómo Superman se creó fuera de los tebeos

Otro día hablamos de lo que es la kriptonita dorada, ya veréis qué risa.

Ni podía volar, ni temía a la kriptonita: cómo Superman se creó fuera de los tebeos
Randy Meeks

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Todos tenemos en mente la imagen icónica de Superman. Superfuerte, capaz de volar, con rayos X en los ojos y tan solo una debilidad: la kriptonita. Pero… realmente, no siempre estuvo así de claro. De hecho, cuando debutó en el cómic en abril de 1938 era un personaje muy distinto. Tanto, que en vez de flotar por el cielo daba saltos muy grandes (según su primer número, de 200 metros) y no había nada que pudiera con él. Hasta que salió de los tebeos y se enfrentó a otro público que exigía algo más.

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Superman, chorizo con pan

El primer gran cambio del personaje vino en a mediados de los años 40 gracias a su serial radiofónico, ‘The adventures of Superman’, que se emitía tres veces por semana y, en ocasiones, tenía que dejar descansar la voz de su protagonista (y dejarle ir de vacaciones de vez en cuando, puesto que el programa se emitía en directo). ¿Cuál era la solución en esos casos? Por supuesto, inventarse algo que le tuviera incapacitado. Así nació la kriptonita, en la historia ‘El meteorito de Krypton’, que unos dicen que era de 1943 y otros de 1945.

De esa manera, el actor sustituto del Hombre de Acero solo tenía que gruñir y simular dolor. Por supuesto, un material que pudiera dañar al héroe invencible era una idea tan buena que no podían dejar que se quedara allí, y en 1949 dio el salto a los cómics, apareciendo en el número 61 de la serie principal. Más adelante, ante el éxito, se inventaron tantas kriptonitas (roja, azul, blanca, X, dorada) que se convirtió en un pequeño gran lío.

La radio también tuvo tiempo de inventarse personajes como Perry White o Jimmy Olsen, que después serían vitales en el universo de Superman. Pero no fueron los únicos que aportaron poderes y debilidades al superhéroe: entre 1941 y 1943 se proyectaron en los cines americanos los famosos cortometrajes de Fleischer Studios, 17 en total, que redefinieron una parte esencial del personaje.

Y es que cuentan que cuando Richard Fleischer vio la animación de Superman saltando le pareció tan ridícula que llamó al estudio para pedirles permiso para hacerle volar. No pusieron ninguna objeción, claro: era el último detalle que necesitaban para crear al héroe perfecto. Antes había volado en la radio y en el número 10 del cómic por error de un artista, pero jamás a estos niveles de realismo. Era otra época en la que las cosas pasaban orgánicamente, nadie se quejaba (porque no se daba cuenta)… e incluso el superhéroe salvador de la Tierra podía ser modelado al margen de sus autores.

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Randy Meeks

Randy Meeks

Redactor especializado en cultura pop que te escribe en webs, revistas, libros, redes sociales, guiones, cuadernos y servilletas si no hay más sitios donde dar la chapa

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