Los cómics superheroicos en la Edad Dorada, allá por los años 50 y 60, eran extraños, siendo generoso. Hasta que Marvel llegó a hacer otro tipo de personajes con otro tipo de problemas, DC se conformaba con hacer historias rarísimas e inconexas que a día de hoy nos sirven para lanzar unas cuantas carcajadas. Un ejemplo es el de Beppo, el super-mono, llegado de Krypton para… hacer el ridículo.
Do the super-monkey!
‘Superboy’ nació en 1949, once años después de Superman, con sus andanzas con niño y adolescente en Smallville, y se convirtió en un auténtico superventas hasta que en los 70 el público empezó a pedir otra serie de cosas diferentes. Sin embargo, en este periodo de tiempo los guionistas de la época, aprisionados por el Comics Code, tuvieron tiempo de hacer auténticas barbaridades tan graciosas vistas hoy como absolutamente alucinógenas.
Fue el caso de las mascotas de Superman. Todo empezó con Krypto el super-perro en 1955, que fue enviado a la Tierra en un cohete de prueba antes de la explosión de Krypton (y, de hecho, aún sigue apareciendo de vez en cuando, aunque ya sin poderes). Tras su éxito, llegó el momento de crear más animales: Streaky el super-gato, en 1960, Comet el super-caballo, en 1962, y la guinda del pastel: un super-mono. Pues claro.
Beppo salió por primera vez en una viñeta en octubre de 1959, durante el número 76 de ‘Superboy’, donde se nos explicaba su historia. Uf. Resulta que el super-mono kryptoniano se coló en el cohete que salvó a Superman de la explosión (¿cómo? Pues vete a saber) y al llegar a la Tierra usó su fuerza para escapar a una jungla, la famosa jungla de Smallville, y aparecer unos años después para liarla parda.
Al final, después de incendiar los fuegos artificiales que Pa Kent guardaba para el 4 de julio, se marchó volando al espacio para no volver. Bueno, hasta dos años después, cuando pasó a formar parte de La Liga de las Super-mascotas. El personaje siguió saliendo regularmente hasta 1969, cuando se decidió que el concepto era absolutamente ridículo y todos hicieron como que jamás había ocurrido. Oh, Beppo el super-mono, te llevamos en el corazón. Lo hiciste lo mejor que pudiste. Bueno, más o menos.
