Cada vez que en ‘Zelda: Tears Of The Kingdom’, en mitad de cualquier llanura, aparece la cinemática de la luna carmesí, es para echarse a temblar. Los muertos reviven, hay enemigos más fuertes y tu opción más inteligente (al menos si acabas de empezar tu aventura en Hyrule) es protegerte en un santuario o esperar a que pase la marimorena. Pero, ¿y si te decimos que además de un recurso narrativo brillante… hay un motivo de peso para que aparezca cada casi tres horas de juego?
Hijo de la luna
Cada 168 minutos de juego, la luna carmesí aparece en el nuevo Zelda para liarla. Bueno, más o menos: los jugadores más avanzados han descubierto una manera de que aparezca antes de tiempo. Si sobrecargas lo que Switch es capaz de hacer y, por tanto, su memoria, el juego lo entenderá como un “botón del pánico” del que salir con la cinemática en cuestión.
Cuando, por ejemplo, aparecen muchos objetos cerca de Link, o le persiguen muchos enemigos al mismo tiempo, la luna carmesí los elimina al resetear el juego. Es una manera de esconder algo que ya intuíamos todos: Switch no es la máquina más potente del mercado precisamente y lo nuevo de Link y compañía la explotan todo lo que se puede.
Donde cualquier otra desarrolladora habría tirado por una manera más cutre de solucionar problemas de falta de memoria, en Nintendo han demostrado que son los mejores en lo suyo por algo, enmascarando sus carencias y ayudando al mismo tiempo a que el tono del juego sea aún más oscuro y desesperante, salvando a la Switch de sí misma y evitando que los jugadores vean la limitación.
Nunca se hizo tanto con tan poco, de forma literal: por mucho que ‘Baldur’s Gate 3’ tenga posibilidades de ser el juego del año, ningún otro ha utilizado sus carencias para convertirlas en oportunidades tanto como este. Una maravilla que no deja de asombrarnos.
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