“Madonna: We strier and cannever and ever water forever between ever, oy, oigaté, ¿ratatim dachim dachunda? ¿Eh, Madonna, Madoncilla, Madonzota?“. Era 1991, el momento de reinado de Martes y Trece en TVE. Josema Yuste y Millán Salcedo eran invitados a todos los sitios, cada sketch se convertía en éxito y la entrevista a Madonna estaba a punto de pasar a formar parte de la historia del absurdo español… contra todo pronóstico.
Bragas y perritos
La entrevista a Madonna es una obra maestra del humor dadá, del absurdo noventero, una pieza que se ha quedado como conservada en ámbar para el estudio audiovisual posterior: una falta de respeto por todo lo alto para una artista que, según cuentan los cómicos, ese día tenía un humor de perros y no dejaba que la entrevista fluyera con normalidad. Y no fue barata precisamente: tuvo que ser en el hotel Albergo Michelangelo de Milán, donde, a las puertas, los fans hicieron vigilia toda la noche esperando ver a su cantante favorita.
Cuentan, de hecho, que Millán Salcedo llegó a salir a la ventana a pedir calma y fue brutalmente abucheado: Madonna tenía un cabreo importante, las respuestas a las preguntas supuestamente atrevidas del dúo (“¿Dónde se pone Madonna el termómetro cuando tiene fever?”) eran contestadas con monosílabos y ninguna de sus triquiñuelas habituales parecían funcionar. Hasta que pasó lo que no estaba marcado en ningún guion y salió a la luz el Millán más loco posible.
En una parte de la entrevista, le comentan que pueden ayudarla a comprarse bragas porque “nunca tiene dinero para comprarse unas”. La estrella del pop, en sus trece, contesta “No necesito que me ayudéis a comprar ropa interior porque a juzgar por la manera que vestís creo que me las apaño mejor sola“. Su cara respondiendo a preguntas como “¿Encuentras esta mesa sexualmente excitante?” es un poema, y solo cuando Millán empieza a imitar a un perrito, al obligarle a cambiar de sillón, comienzan las sonrisas y la simpatía.
Ni tirarse palomitas por encima, ni preguntarle tonterías: nada estaba funcionando tan bien como el truco del cachorrito triste. Y ahí empieza la historia de la televisión: con una Madonna atrapada en las redes del absurdo, Millán le regala unas bragas de abuela que ella procede a ponerle en la cabeza. El cómico, pensando que una oportunidad así no la va a volver a tener jamás, empieza a montarse a la cantante como simulando tener sexo como si fuera un perro.
La situación es puro caos. “Creo que no debería haber hecho esta entrevista”, comentaba justo un minuto antes, y no sabía la razón que tenía. Lo de Madonna pasó a la historia como la paletada más genial de la historia de la televisión española, una muestra de que el humor saneado de ‘La resistencia’ no ha inventado nada y Madonna no lleva cuarenta años haciendo música sin haberse curtido en todos los escenarios de la vida. Madonna, Madoncilla, Madonzota.
Algunos de los enlaces añadidos en el artículo forman parte de campañas de afiliación y pueden representar beneficios para Softonic.