Parece el argumento de una película de sobremesa de Disney, pero realmente es el mejor resultado que jamás podría salir de unas elecciones. Nos vamos hasta Idyllwild-Pine Cove, un pueblo de California de casi 4000 habitantes entre colinas, repleto de turistas que van a hacer deportes de riesgo y donde, en su día, se rodaron ‘Bonanza’ y una película de Elvis Presley. Un pueblo normal, si no fuera porque su alcalde fue, durante años… un perrete.
Ladridos municipales
Si Air Bud pudo jugar a baloncesto (y a muchas más cosas si hacemos caso a las secuelas) y Pancho pudo ser un perro millonario, ¿por qué no iba Max a convertirse en alcalde? Tristemente, tiene truco. Y es que Idyllwild no tiene gobierno al ser una comunidad gobernada por su condado en lugar de tener un alcalde de pleno derecho. Por eso, una organización de ayuda a los animales local decidió que, puestos a no tener alcalde, mejor tener un perrete gobernando. Puestos a tener alcalde también, claro. Un peludo siempre es la mejor decisión.
El ganador, entre catorce perros y dos gatos, fue Max, un Golden Retriever que solo duró un año en el poder antes de fallecer. Entonces, a las once semanas de vida, subió al poder Maximus Mighty-Dog Mueller II, o lo que es lo mismo, su hijo, conocido como Alcalde Max II. No se volvieron a hacer elecciones: el pueblo estaba tan contento con la labor de Max siendo un buen chico, paseándose por las calles y dejándose acariciar que decidieron que fuera alcalde a perpetuidad. La mejor elección posible.
Max iba en su coche oficial con una corbatita adorable saludando a todo el pueblo. Según su oficina, su único objetivo siempre fue “hacer del mundo un lugar mejor dando amor incondicional y haciendo tantas cosas buenas por otros como sea posible“. Yo ya quiero cambiar de alcalde en mi ciudad, ¿puede venir un perro en su lugar, por favor?
Cabe decir que sus dos diputados eran Mikey y Mitzi, sus hermanos, pero nadie se quejó de este extraño nepotismo. El 30 de julio de 2022, Max II falleció tras nueve años de ser un buen chico y su lugar lo ocupó medio año después Max III, que ahora mismo rige la ciudad con zarpa de acero después de que la ciudadanía pidiera lo que pediría cualquiera en sus cabales: que les siguiera gobernando un buen chico.
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