Hace solo unas semanas el mundo entero supo que los millonarios se estaban pagando viajes para ver el Titanic en un submarino igual que tú te pagas un viaje a Palencia en el Alsa. Y se enteró de la peor manera posible, cerrando para siempre la empresa que montaba estos viajes marinos de dudosa ética, OceanGate. Ahora, por lo que sea, el turismo subacuático ha perdido tirón. Sorpresa, sorpresa.
La sirenita de saldo
Es el caso de Nemo 2, un submarino que puede bajar a cien metros de profundidad, tiene ocho horas de autonomía y puede ir a unos 5,5 kilómetros por hora. Como entenderéis, la empresa constructora, U-Boat Worx, no ha visto precisamente despuntar sus ventas, destinadas tanto a empresas privadas que quieran montar un negocio de turismo de este tipo como a millonarios que puedan querer uno porque, al final, todos se aburren del yate y el jet privado.
Hay que decir que la idea, si nos la hubieran contado hace tres meses, nos hubiera podido parecer muy chula: tiene una vista de 360 grados, un look parecido a las bolas de ‘Jurassic world’ (si no piensas lo que le pasaba a las bolas en esa película, mejor) y capacidad para dos personas. ¿Qué mejor viaje romántico que ir a ver sardinas y corales? Si por algo destaca el mar es por ser apacible y nada traicionero.
La cosa es que Nemo 2 costaba un millón de euros y después de la catástrofe del Titanic lo han rebajado a 590.000. Calderilla, claro, para sus dos toneladas y media que lo convierten en un aparato que tampoco puedes guardar en cualquier sitio. Se espera que este año pasen las pruebas de seguridad y empiecen a entregarse a sus compradores en un negocio que, desde ya, parece fallido.
Por lo que sea, parece que a nadie le apetece montarse en una lata a 100 metros bajo el nivel del mar y encima pagar medio millón por ello. Qué cosas.
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