SkyShowtime acaba de aterrizar en España y lo ha hecho con un precio de risa. Por tan solo 2’99€ puedes hacerte con la plataforma que viene directamente de Estados Unidos, y que quiere unirse a la batalla del streaming en la que Netflix está perdiendo cada vez más potencia. Pero es que, además, SkyShowtime cuenta con un catálogo muy interesante en su lanzamiento, y Twin Peaks es una de sus series más interesantes.
Más allá de la adaptación en acción real de Halo o de la novedosa Bosé, la serie biográfica del cantante de Don Diablo, si hay algo interesante en el catálogo de SkyShowtime son sus series clásicas que han recuperado. Twin Peaks es la ficción más potente de todo su catálogo. Pero ¿por qué es tan importante esta serie?
La precursora del cliffhanger
Cualquier serie que se populariza en la actualidad comienza con una premisa potente, generalmente relacionada con un asesinato o misterio por resolver. Solo hay que echar un vistazo a las series adolescentes que más triunfan en Netflix, como Élite o Dark, para darse cuenta de que la ficción televisiva ha encontrado una fórmula con la que garantizar el éxito. No importa de qué hable cada serie en realidad, una muerte o desaparición como premisa hace que se mantenga la tensión del espectador en todo momento.
Pero el cliffhanger que busca mantener la atención máxima del espectador, sumado a la idea de un crimen que va resolviéndose poco a poco, no pertenece a la nueva generación de series. Ni siquiera pertenece a los años noventa, pues producciones como Miami Vice (1984) ya triunfaban antes de llegar a esta época.
Sin embargo, fue en esta época cuando surgió la serie que marcó las pautas para narrar y jugar con las emociones de los espectadores: Twin Peaks.
¿Quién es David Lynch? El director de lo abstracto
En 1990, cuando se estrenó esta serie pionera en ABC, David Lynch ya era un titán en el mundo del cine. Nacido en Missoula, una ciudad estadounidense de población mediana, al director le costó años decidirse por el formato audiovisual. Su primer gran hobby fue la pintura. Al igual que Man Ray, que se pasó de la pintura a la fotografía para salir de pobre, o de Hitler, que dejó de lado su mayor afición para conquistar Europa, Lynch fue un dedicado pintor mucho antes de ponerse detrás de las cámaras.
La comparación con Hitler quizás suene algo brusca. Pero, en cierto modo, fue uno de los causantes de que Lynch se convirtiera en un pequeño artista. Nacido en 1946, la resaca de la Segunda Guerra Mundial sobrevoló su infancia. Su familia, compuesta por una estructura tradicionalmente americana, se mostraba pletórica tras la victoria de EEUU. Así que, de forma similar a lo que ocurrió con Hayao Miyazaki, los primeros dibujos de Lynch fueron de armas, aviones y tanques de combate.
Tal y como retrata el documental autobiográfico The Art Life, todo lo que veía en su infancia era felicidad: bicicletas azules, jardines verdes y casas blancas. Pero su percepción del mundo cambió cuando se mudó con catorce años a Virginia, un lugar oscuro que tiñó su percepción del mundo. Lo remarca el propio Lynch en el documental:
“Empecé a tener espasmos abominables. Estaba hecho un lío. Empecé a fumar y a beber. Me escapaba de casa por las noches. Era como si no pudiera controlarlo”.
No obstante, esta visión trastornada de su realidad generó que por fin pudiera sacar al exterior todo lo que había ido acumulando desde una infancia que su propia madre retrataba como «fuera de lo común». Lynch encontró en la pintura un refugio, de modo que comenzó a labrarse una vida como pintor después de estudiar Bellas Artes en Filadelfia.
Sus retratos resultaban estrambóticos y viraban entre el surrealismo y el expresionismo, pero el impulso cinematográfico le acompañó durante toda su carrera, hasta que sus performances tomaron un camino más cercano al audiovisual:
“Estaba pintando un cuadro cuando recibí la inspiración. El cuadro era totalmente negro, a excepción de unos brotes verdes que había dibujado en medio. Entonces, por la ventana entró una gran ráfaga de aire que movió el cuadro y lo hizo sonar. ¡Era increíble! Podía hacer que mis pinturas tuvieran movimiento y sonido“.
Motivado por el descubrimiento, David Lynch consiguió una beca en el American Film Institute. Y, a partir de su graduación en la prestigiosa escuela, comenzó a dejar su particular huella en todas las producciones en las que estuvo implicado.
Desde la inolvidable El Hombre Elefante (1981) hasta la criticada Dune (1984), el cineasta consiguió que una pequeña masa de fans siguiera sus pasos con interés. Aun así, su trascendía no iba mucho más allá; al gran público le costaba entender las ideas de Lynch, o al menos así fue hasta que llegó Twin Peaks.
Twin Peaks conquista el mundo
Partiendo de su trabajo como pintor, donde ya retrataba pequeños poblados llenos de misterios y personajes de lo más variopintos, Twin Peaks llegó en 1990 como un resumen de todo lo que significaba Lynch. A lo largo de la segunda temporada, su vena más autoral surgió como una locura surrealista que pilló por sorpresa a muchos, y durante la tercera —estrenada en 2017—, ya nada quedaba de su origen.
Pero cuando la serie se estrenó, el público se quedó prendado de sus ideas. Con el asesinato de una joven como marco contextual, la trama se desarrollaba como una aventura policíaca y detectivesca, pero con el añadido de decenas de personajes secundarios, como Lady Leño o El Hombre de Otro Lugar, que convertían a esta producción en algo muy particular.
Gracias a su buen hacer con un guion complejo pero bien estructurado, Twin Peaks consiguió una audiencia abismal en todo el mundo. Los ocho capítulos de la primera temporada triunfaron en su emisión en ABC, pero más curiosa fue su llegada a otros países. En España nunca se había visto un precedente igual.
A pesar de que tenía muy poco que ver con la realidad del país en los noventa, las familias se reunían delante del televisor para contemplar el espectáculo que emitía Telecinco. El propio Carlos Boyero, uno de los críticos más reconocidos (y criticados) del país, definió su éxito internacional en el diario El Mundo:
“El convencionalismo, la moralina, la factura cutre y los habituales tópicos que amamantan a las series televisivas han cedido el protagonismo en Twin Peaks a lo imprevisible y a lo nunca visto. […] La colaboración entre el lirismo del músico Angelo Badalamenti y la turbiedad emocional de Lynch consigue efectos embriagadores. […] El retorcimiento ha engendrado arte en la pequeña pantalla”.
En resumidas cuentas, Twin Peaks era lo nunca visto en televisión. Nada tenía que ver con los clichés de las sitcoms y ni siquiera con las producciones detectivescas que tan de moda se pusieron por esa época. La visión de David Lynch y Mark Frost era totalmente distinta a lo que estábamos acostumbrados y, lo que es más importante, presentaba una fórmula que atrapaba a todos los espectadores sin excepción.
La tercera temporada: una joya contemporánea
25 años después de la última temporada, Lynch sintió que era el momento de volver a la ciudad ficticia de Twin Peaks para contar una nueva historia que continuara la trama original. Atraído por la oportunidad de explorar nuevas técnicas y formatos cinematográficos en su regreso a la televisión. La tercera temporada de Twin Peaks presenta una estructura narrativa compleja y enigmática, con varios hilos argumentales que se entrelazan y se desarrollan de manera independiente.
Durante la temporada, Lynch experimenta también con la duración de los episodios, algunos de los cuales duran más de una hora y otros que duran menos de 30 minutos. Además, sirve como tributo a la memoria del actor principal, Kyle MacLachlan, quien retoma su papel como el agente del FBI Dale Cooper.
Lynch quería darle a MacLachlan la oportunidad de volver a interpretar a uno de sus personajes más icónicos, y la tercera temporada ofrece a los fanáticos de Twin Peaks la oportunidad de ver al agente Cooper en una nueva y extraña historia.
Más allá de por lo que supuso la serie clásica, no hay duda de que merece echarle un ojo, aunque sea, a la tercera temporada de esta ficción tan extraña y surrealista que ha conquistado al público de todo el globo.
