Con el auge de la inteligencia artificial y las múltiples ventanas que ha abierto, lo normal es que surjan muchas dudas: ¿nos quitarán el trabajo? ¿lo agilizarán? ¿que impacto tendrá en nuestras vidas? Sin embargo, un grupo de investigadores ha querido dar un paso más allá y se han preguntado lo siguiente: ¿qué pasaría si se llenase una ciudad virtual con diferentes IAs y se dejara todo al libre albedrío?
La respuesta puede que te sorprenda, ya que lo cierto es que todos son muy amables entre sí y bastante mundanos. Así que no, de momento parece que la inteligencia artificial no desatará una rebelión de máquinas a lo Terminator (afortunadamente). De hecho, este resultado fue recibido con entusiasmo por los investigadores que realizaron el experimento: querían reproducir comportamientos humanos creíbles y desde luego, lo consiguieron.
El cerebro de esta prueba lo componen un grupo de investigadores procedentes de Stanford y Google, que experimentaron con modelos de aprendizaje automático y crearon una ciudad virtual en base a ello. Tras esto, los investigadores descubrieron que las IAs se comportaban de una forma bastante realista: se cepillaban los dientes, iban a trabajar, socializaban unos con los otros, etc.
¿Cómo funciona esta ciudad “ficticia”?
En esta pequeña ciudad virtual, los personajes que pululan por ella no son lo que aparentan exactamente. Los gráficos son tan solo una representación visual de lo que es, en esencia, un montón de conversaciones entre múltiples instancias de ChatGPT. En concreto, el experimento se compone de 25 instancias de ChatGPT y cada uno desempeña el papel de una persona corriente y moliente, con sus respectivas vidas y ocupaciones.
Como si de actores se tratasen, a cada instancia se le pide que actúe conforme a su situación y personalidad dadas. Para ejemplificar esto, utilizaremos a una de las “personas” ficticias de esta ciudad, John Lin. Se trata de un farmacéutico al que le encanta ayudar a otros y que vive con su esposa, Mei Lin. Con esa información, ahora se le pide que presente sus próximas acciones teniendo en cuenta dicho contexto. En el caso de John Lin, este se levanta, se cepilla los dientes, besa a su esposa, se viste y se dirige a la cocina.
Grandes implicaciones para el futuro
Lo cierto es que nadie se esperaba que un chatbot como ChatGPT respondiese tan bien a dicho experimento. Al fin y al cabo, no se diseñó con la intención de imitar a personas reales ni para predecir sus acciones en base a su personalidad. Esto tiene enormes implicaciones potenciales para los simuladores de interacciones humanas, como puede ser un asistente virtual o incluso los personajes de un videojuego, por ejemplo.
Y es que ya lo estamos viviendo: si la inteligencia artificial puede hacer algo mal, el hecho de que pueda hacerlo mejor se reduce a tan solo una cuestión de tiempo.
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