El día que Elon Musk entró en las oficinas de Twitter con un lavabo en las manos empezó la infamia que ha llevado a la consagración de la antaño imprescindible red social como una sucesión de metidas de pata, desde la eliminación de los círculos hasta la colocación de una “X” luminosa gigante que contaminaba lumínicamente al resto de San Francisco. Y todo… para acabar perdiendo una cantidad ingente de dinero.
Una inversión… Épica
¿Qué haríais vosotros si os sobrasen 44.000 millones de dólares? Elon Musk parece que lo tenía claro: se compró Twitter para poder jugar con él. Un año después, se calcula que la red social vale entre un 50% y un 90% menos (o sea, entre 4000 y 19.000 millones. Probablemente la verdad esté en el centro, sobre 15.000 millones, o sea, menos de lo que cuesta actualmente Epic Games, la desarrolladora de ‘Fortnite’.
Y es que después de una ronda de financiación donde se han levantado -ojo- 1.780 millones más, ahora mismo vale 17.300 millones (y subiendo). Vamos, que si Musk, en vez de querer discutir, hubiera querido pegar tiros para desahogarse, es posible que hubiera hecho una de las mejores inversiones de la historia.
223 millones de personas utilizan ‘Fortnite’ mensualmente frente a los 528 millones que hacen lo propio en Twitter, pero claro, el Twitter Blue no puede competir, ni de lejos, en popularidad con los micropagos de Epic. Quizá en el futuro la estrategia de la persona más rica del mundo salga bien y estemos utilizando la red social del ex-pajarito para entrar en nuestro banco y hacer todo lo que quiere que hagamos, pero no parece que vaya a ser así.
Por su parte, ‘Fortnite’ no fue, como otros juegos pandémicos (¿eh, ‘Fall guys’?), flor de un día, y aún ahora está en su momento de mayor popularidad. La Gen Z pasándole el baile del hilo dental en la cara de los viejos. Nos lo hemos buscado solitos, la verdad.
