Titán está a unos 1.200 millones de kilómetros de la Tierra y es uno de los cuerpos más difíciles de explorar del sistema solar, pero es una rareza que atrae a los exploradores científicos a pesar del elevado precio que supone llegar hasta allí.
Titán no solo es la mayor luna de Saturno, sino la segunda del sistema solar. También es la única de las dos lunas que posee una atmósfera sustancial más densa que la de la Tierra.
Además, Titán es el sueño de cualquier químico orgánico. Compuesta principalmente de nitrógeno, la atmósfera de Titán tiene cantidades significativas de metano.
Habría mucho más que el ~2,7% actual, pero la mayor parte ha sido convertida por el Sol en hidrocarburos complejos que se forman en nubes y llueven sobre la superficie para crear lagos de metano, etano y otros compuestos. Incluso puede haber un océano de agua oculto en el interior de la Luna.
Una misión que llega muy tarde por culpa de la pandemia
La NASA ha dado luz verde a la aeronave de propulsión nuclear Dragonfly para explorar Titán, la mayor luna de Saturno. La aprobación de la misión interplanetaria de 2028 llega tras años de retraso debido al COVID-19 y a una serie de sobrecostes.
El problema es cómo explorar un lugar así. Un simple módulo de aterrizaje ya se ha sumergido en la atmósfera de Titán, pero hace falta una misión móvil más ambiciosa. En la Luna o Marte, esto es sencillo (en términos muy relativos) y solo requiere rovers con ruedas capaces de desplazarse de un lugar a otro, pero Titán se parece más a un pantano formado por subproductos del petróleo.
Eso significa un enfoque diferente. Tras la reciente misión de helicópteros Ingenuity de la NASA a Marte, que debía durar un mes, pero se prolongó durante tres años, la agencia espacial está dispuesta a explotar la tecnología de aeronaves autónomas que parece haber irrumpido en escena.
Dragonfly parece encajar a la perfección con su capacidad para saltar de un lugar a otro mientras explora el paisaje y las costas pantanosas de Titán. Propulsada por un generador radiotérmico y volando sobre rotores de aluminio y titanio, Dragonfly está diseñada no solo para realizar un reconocimiento geológico general, sino también para estudiar la química orgánica de Titán y buscar bioseñales.
Y aunque Titán no se considera en general un buen candidato para la vida extraterrestre. Se considera más bien un ejemplo de la sopa primordial que, según los científicos, dio origen a la vida en la Tierra.
