Ya tenemos todos una edad como para saber que en Internet los booms duran lo que duran. El IRC, los blogs, los foros, Facebook, el metaverso, las criptomonedas, los NFT… Y, ahora, la inteligencia artificial. Con cada novedad tardamos un poquito menos en cansarnos. Si las bitácoras online duraron unos cuantos años, la fascinación por la IA ha sido visto y no visto: del éxito apabullante en los inicios de año a una frialdad que lo deja casi visto para sentencia. Ha estado bonito mientras ha durado, ¿qué viene ahora?
DeathJourney
La idea parece propia de una película de serie B de hace unas décadas: un robot capaz de pensar como los humanos y de hacer las mismas cosas creativas, y al que muchos acaban rendiendo pleitesía poniendo como excusa la economía. Y, sin embargo, es el mundo con el que unos pocos parecieron salivar a finales de 2022 e inicios de 2023, cuando MidJourney, ChatGPT y la Inteligencia Artificial empezaron a despuntar en las búsquedas de Google.
El problema es que no todo es como lo pintan, y el público tiene un límite de tragaderas. Todo es, sobre el papel, muy moderno, muy futurista y muy evocador, pero a la hora de la verdad el resultado se ve feo, hay artistas que están perdiendo trabajos y las empresas se están llevando boicoteos online por utilizar la IA en portadas de libros o, como en el caso de la infame intro de ‘Invasión secreta’, por utilizarla en productos mainstream.
Y así, el sueño de convertirnos todos en artistas que pueden escribir “Osito balanceándose en una nube al estilo Bill Waterson” fue desapareciendo a medida que se han ido implantando leyes al respecto. No todo vale, el copyright existe y los resultados de la IA distan mucho de ser perfectos. “En el futuro lo serán”, dicen algunos. El problema es que también el metaverso será más perfecto dentro de unos años, pero si no interesa ahora, lo tiene muy difícil para funcionar en el futuro.
El primer gran intento mainstream de colarnos la IA, aunque se intente justificar creativamente, ha sido en la serie de Marvel para Disney+. Y ha coincidido con una bajada de interés general, en los trends de Google, de todo lo relacionado con los sistemas de generación de contenido por IA e incluso de las palabras “inteligencia artificial” en sí mismas, que llegaron a su tope en abril y desde entonces han ido interesando menos.
Nadie niega que pueda tener unos usos increíbles para diferentes aplicaciones, pero queda bastante claro que no hay cabida en el mundo del arte para la IA. Pillar el truco es fácil, las empresas quedan mal, los creadores se enfadan y el resultado es negativo para todo el mundo. Llevamos escuchando meses que la IA supondrá un recorte del trabajo brutal y creará un nuevo mundo, pero quizá va siendo hora de preguntarse algo muy simple: ya hemos jugado con el juguete, nos hemos cansado. ¿Y si no queremos más, qué?
