Publicidad

Noticias

Zelda ha aportado tanto al videojuego que este artículo se nos ha quedado corto

La saga de Nintendo ha puesto muchas bases de lo que hoy concebimos como juego de aventuras o el mundo abierto.

Zelda ha aportado tanto al videojuego que este artículo se nos ha quedado corto
Nacho Requena Molina

Nacho Requena Molina

  • Actualizado:

Si ahora mismo paras a cualquier persona por la calle y le preguntas “qué se le viene a la cabeza con la palabra ‘Nintendo‘”, lo más probable es que te diga que “Mario“. Razón no le falta, ya que el fontanero es la figura más icónica de la marca nipona desde hace tiempo, hasta tal punto que incluso en alguna encuesta ha ganado en popularidad al propio Mickey Mouse (palabras mayores esto).

Mario es la cabeza visible y representa el tono afable, cariñoso y bondadoso de la mente de Shigeru Miyamoto, pero su vertiente aventurera, de reto y de magia está plasmada en la saga Zelda. Cuando el famoso diseñador creó la aventura de Link junto a Takashi Tezuka, seguro que no esperaba que ese título se convirtiera en una saga que lleva más de 30 años enamorando a todos los jugadores. Pero lo más relevante no es sólo eso, sino que nunca podremos parar de agradecer todo lo que ha aportado al videojuego como medio.

Cuando se lanzó el primer The Legend of Zelda en 1986, la serie asentó sus bases conceptuales, esas que han perdurado incluso hasta día de hoy con The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom. Hablamos de una serie de principios que se arraigan al suelo como un mundo desconocido que debemos explorar, mazmorras repletas de peligros con los que hay que acabar, puzles que superar para continuar la aventura y un mal que nunca para de acechar detrás de cada esquina.

Miyamoto y Tezuka habían encontrado una fórmula que funcionaba de maravilla, una ecuación para la que ellos tenían la solución. A medida que fue pasando el tiempo, esta sólo necesitaba ser mejor. Gracias a ello, llegaron entregas como Zelda II: The Adventure of Link, The Legend of Zelda: A Link to the Past o el increíble The Legend of Zelda: Link’s Awakening. Aunque lanzados con posterioridad, todos partían de las premisas citadas en el párrafo anterior.

Zelda como saga no reinventó la rueda en el videojuego, pero sí que supo aunar multitud de conceptos diferentes que se encontraban en diversos títulos, meterlos en una coctelera y darle forma con una divertida aventura donde exploración, acción, puzles y una música genial formaban un cóctel perfecto. Y esa fórmula sí que puso una piedra para juegos futuros, que lo tomaron como referencia.

Ocarina, punto de inflexión

Si bien Zelda tiene multitud de juegos relevantes, casi todos los amantes de la saga coinciden en un aspecto: The Legend of Zelda: Ocarina of Time es uno de los más importantes de toda su historia. La relevancia de esta entrega para Nintendo 64 queda lejos de toda duda.

Cuando Ocarina of Time llegó a los diferentes mercados, Nintendo había aprendido mucho a la hora de hacer una aventura en 3D para su Nintendo 64 gracias a Super Mario 64. Con esta experiencia adquirida, la entrega de Zelda para la consola llegó con bastante soltura y buen hacer. Fue la primera de todas que pudo integrar con maestría una narrativa más pesada, algo que potenció si cabe con la llegada de Majora’s Mask posteriormente.

Todo esto fue relevante, por supuesto, pero es que Ocarina of Time dio una auténtica lección a la hora de crear mazmorras, puzles para resolver y, por supuesto, integrar un sistema de combate con fijación de enemigos. Ahora es muy habitual pulsar un botón y que fijemos al enemigo, pero el primer juego que realizó eso fue Ocarina of Time, un elemento de diseño que nació, según explicó Toru Osawa, viendo una atracción en un parque.

Breath of the Wild en el horizonte

No nos hemos saltado Nintendo GameCube o Wii por ganas, sino más bien porque queremos dar el salto a Switch. Los juegos de estas dos consolas fueron buenos, por supuesto, algunos de ellos entraría en un TOP, pero es que después de estas dos consolas, Nintendo lanzó Breath of the Wild.

Es imposible concebir el mundo abierto en el videojuego actual sin The Legend of Zelda: Breath of the Wild. Una vez más, no inventó nada, pero sí reformuló todo lo que había hasta la fecha para hacerse una pregunta: ¿y si el jugador explora de verdad sin marcadores y que él sea el dueño de la aventura?

En Breath of the Wild, el mundo entero está a tu disposición y tú eliges cómo encarar la situación. Su mundo habla por sí solo sin la necesidad de mostrar infinidad de iconos. ¿Ves esa montaña allí a lo lejos? Pues ya sabes dónde hay que ir sin necesidad de tener un marcador encima que te lo diga. A esto se le sumaba un entorno vivo, con dinamismo y que brillaba por sí solo. Títulos como Elden Ring beben claramente de Breath of the Wild, y nos atreveríamos a decir que incluso la gran mayoría de mundos abiertos actuales lo hacen también, en mayor o menor medida.

Zelda ha dado demasiado al videojuego, tanto que no podríamos ponerlo todo en un artículo. Esta es una carta de amor de 1.000 palabras. Porque al final, por mucho que haya aportado, lo más relevante es lo que ha dado al jugador en forma de alegrías y aventuras, de marcas de vida que quedarán para el recuerdo.

Nacho Requena Molina

Nacho Requena Molina

Periodista especializado en videojuegos y tecnología. Casi dos décadas dedicado a ello.

Lo último de Nacho Requena Molina

Directrices editoriales