De todo lo que ha hecho Star Wars desde que Disney comprara Lucasfilm en 2012, no ha habido nada mejor que Rogue One: una historia de Star Wars. La película dirigida por Gareth Edwards en 2016 nos enseñó que había una mejor forma de hacer las cosas que la propia trilogía oficial que estaba llevando a cabo la compañía, y para prueba de ello tenemos la serie secuela que se estrenó en Disney Plus: Andor.
Sin duda, Edwards demostró con Star Wars que la ciencia ficción aún tenía mucho que dar. Algo que, por otra parte, no ha parado de demostrar a lo largo de su carrera. El director saltó a la palestra en 2010 gracias a Monsters, filme distópico que, a pesar de no contar con un alto presupuesto —apenas 500.000 dólares—, destilaba calidad por todas partes. Gracias a Monsters, pudo hacer su secuela en 2014 y, finalmente, fue contratado para la angustiosa Godzilla del Monsterverse.
Pero, ¿qué pasó con Gareth Edwards después de Rogue One? Pues bien, el director no estuvo quieto, pero pasó los siguientes siete años preparando una película original que volvió a demostrar su supremacía en la ciencia ficción: The Creator. Con un presupuesto de 80 millones de dólares, el cineasta creó una fantasía distópica como muy pocos pueden conseguir con tan poco dinero. Y su paso en los cines, aunque algo discreto, le hizo superar los 100 millones de recaudación.
Ahora, The Creator tiene una nueva vida gracias a Disney Plus. La plataforma de streaming donde también puede verse Rogue One es el lugar en el que la película se estrenó, y actualmente es una de las más vistas de todo su catálogo. Pero ¿qué hace de The Creator una película tan especial?
Una película única en su especie
Lo cierto es que son muy pocas las películas han logrado capturar la esencia de la ciencia ficción en el siglo XXI como lo ha hecho The Creator. Más allá de lo que pueda parecer, se trata de una obra que desafía las convenciones del género, ofreciendo una narrativa que combina la especulación filosófica con la acción trepidante y un toque de romance.
Y es que, en el corazón de The Creator, yace una pregunta fundamental: “¿Pueden las inteligencias artificiales experimentar emociones humanas?” Este interrogante, planteado por figuras como Philip K. Dick en su obra precursora Blade Runner, se convierte en el eje central de la trama. A través de los personajes de Joshua, un ex agente de fuerzas especiales, y Alphie, una joven con el potencial de alterar el destino de la humanidad, la película explora la complejidad de los sentimientos en un mundo dominado por la tecnología.
Pero lo que distingue a The Creator es su habilidad para fusionar elementos clásicos del género con una visión innovadora. Gareth Edwards demuestra una vez más su destreza para crear mundos visualmente impactantes y narrativas emocionantes. En esta ocasión, sumergiéndose en un paisaje distópico donde la humanidad se enfrenta a sus propias creaciones: las inteligencias artificiales.
La película no escatima en referencias al canon de la ciencia ficción cinematográfica, desde clásicos como Blade Runner hasta franquicias populares como Terminator y la propia Star Wars, que bien conoce Edwards. Sin embargo, logra trascender estas influencias para ofrecer una historia original y cautivadora. A través de su enfoque en la guerra entre humanos y IA, The Creator plantea cuestiones éticas y existenciales que resuenan en el espectador mucho después de que terminen los créditos finales.
Uno de los aspectos más destacados de la película es su enfoque visual. Gareth Edwards adopta un método inusual al utilizar una biblioteca de imágenes conceptuales para dar forma a su narrativa. Esta técnica, combinada con el trabajo de localización en lugares reales, da como resultado un mundo cinematográfico rico y envolvente. Desde paisajes desolados hasta tecnología futurista, cada detalle contribuye a la atmósfera única de la película. Y demuestra que no necesita presupuestos altísimos para llevar a cabo un blockbuster de grandes dimensiones.
Además de su impacto visual, The Creator destaca por su elenco. Con actuaciones destacadas de John David Washington y Gemma Chan, la película logra transmitir la complejidad emocional de sus personajes. A medida que la trama avanza, el espectador se ve inmerso en un viaje intenso que lo lleva desde el conflicto hasta la redención final del protagonista.
