Es un clásico de las películas propias de estas fechas: un hombre aparece en un pueblo llamado Navidalia donde una mujer que vive sola odia la Navidad. Se acaban enamorando, claro, y los dos se ponen un jersey feísimo que se ha convertido, por algún motivo, en el símbolo de estas fechas. Pero, ¿por qué hemos decidido que los jerseys feos navideños son algo que atesorar? ¿Es una moda o hay algo más? Vamos a investigarlo.
Santa Claus y los jerseys, relación si la hubiere
Años 50. La Navidad pasa de ser una celebración religiosa a una cien por cien comercial: los regalos toman el lugar del Niño Jesús y los villancicos a ritmo de rock crean su propia tradición estadounidense. Y, como parte de este cambio social, llegaron los “Jingle Bell Sweaters”, que en ningún momento tuvieron la intención de ser feos, sino artísticos, alegres y con motivos navideños. No había post-ironía: nunca llegaron a petarlo hasta los años 80, cuando aparecieron en televisión y todo el mundo quiso uno.
No había especial navideño sin jerseys “alegres”, y se convirtieron en una presencia habitual. Pero el giro llegó en 2001, con el estreno de ‘El diario de Bridget Jones’, donde Colin Firth llevaba uno de reno (de Rudolph, más concretamente) y provocaba las risas de quienes tenía cerca. Había nacido una estrella: el jersey feo que, cada año, tenía que ser más chillón, más alocado, más imposible.
A partir de aquí fue hacia arriba, convirtiéndose, por así decirlo, en nuestro muérdago: fiestas tematizadas, días del año dedicados (el tercer viernes de diciembre), prominencia en cine y televisión… Puede que no sea la tradición más bonita del mundo, pero es tan divertida que hay que seguirla, sí o sí. ¡Feliz Navidad y feliz jersey feísimo!
