Antaño, el cine de superhéroes era visto como cine de segunda. Nadie quería participar en estas películas y nadie se las tomaba en serio. Y no les culpo. En un momento en el que el CGI era todavía bastante parco y en el que estas historias eran juzgadas por la sociedad, en general, como algo para niños, no era de extrañar que no tuvieran fortuna en el audiovisual.
Sin embargo, con la llegada del siglo XXI todo esto cambió. Aunque ya habíamos tenido algunos adelantos gracias al Superman de Christopher Reeve y al Batman de Tim Burton, no fue hasta que llegó el Spider-Man de Sam Raimi y el X-Men de Bryan Singer que se comenzó a hacer algo un poco más “en serio” con licencias superheroicas.
Desde entonces, comenzaron a hacer pruebas de todo tipo, en una especie de ensayo y error en el que había más fracasos que éxitos. Pero todo esto cristalizó en 2008 con dos grandes películas que marcaron el devenir del futuro de los superhéroes: Iron Man —que dejó claro que todo estaba listo para hacer un universo funcional de Marvel— y El Caballero Oscuro —el culmen de la calidad superheroica del momento, llegando incluso a ganar un Oscar—.
A partir de entonces, tanto Marvel Studios con su UCM como DC con algunas pruebas más o menos funcionales dejaron claro que estábamos en una edad de oro de los superhéroes. Pero todo eso parece haber acabado, y aunque después de la pandemia todavía coleaba el éxito de Vengadores: Endgame, parece que estamos en una situación de retorno a antes de 2008.
Demasiados estrenos, demasiados fracasos
El tema de la sobresaturación de los superhéroes se lleva advirtiendo desde que comenzaran a estrenar más de dos películas del género al año. Sin embargo, ahora parece que se está convirtiendo en una realidad. Desde hace unos meses y hasta después de verano, prácticamente cada semana tenemos un nuevo estreno superheroico en cines… y no todos funcionan.
Aunque, por supuesto, quedan IPs que tiran a las mil maravillas, como ha demostrado Spider-Man: Across the Spider-Verse y Guardianes de la Galaxia Vol. 3, otras muchas propuestas no han encajado nada con el público. Ni siquiera Ant-Man & The Wasp: Quantumania funcionó en taquilla, cuando las anteriores que eran mucho más humildes sí lo hicieron.
Y en cuanto a la calidad tampoco mejora la cosa. Las series de Marvel Studios han sido muy criticadas por su baja calidad, y el CGI en general de casi todas las últimas producciones tanto de Marvel como de DC da para largos debates sobre qué está ocurriendo. Además, el hecho de tirar por los multiversos parecía muy bonito bajo papel… pero la fórmula se ha agotado con una rapidez pasmosa.
El mejor ejemplo de ello es el caso de DC Studios, que ha tenido que dar marcha atrás a su larga hoja de ruta contratando a James Gunn para recuperar su universo. Y no es para menos. Sus últimos estrenos están siendo un fracaso tras otro. Ni Black Adam ni Shazam! 2 ni The Flash han funcionado… y eso que para esta última tenían depositadas todas sus esperanzas. Todo ello ha hecho que tengan que hacer borrón y cuenta nueva… pero todavía le quedan dos películas más por estrenar este año, en mitad de una evidente sobresaturación en la que solo un milagro puede salvarlas del fracaso.
Pero no solo Marvel y DC están teniendo movida… también Sony. A pesar de su éxito animado, su estrategia de usar a los villanos de Spider-Man para hacer películas pero sin Spider-Man cada vez canta más. Y sí, Venom salió bien porque es un personaje lo suficientemente atractivo, pero Morbius fue todo un fracaso y Kraven ya es carne de meme apenas habiendo lanzado el tráiler.
Con tanto dinero perdido por el camino y tantas malas críticas en el momento en el que por fin parecían haber recuperado el terreno perdido, está claro que nos encontramos en un impass en el género. No está claro si se trata de un ocaso como lo fue el western en su día, o si más bien simplemente deben afinar más con las producciones, pero algo hay que hacer para remontar el panorama actual.
De esperar las dos o tres películas anuales con ansias, los fans hemos pasado a mirar con desidia cada nuevo estreno. Y eso, evidentemente, va a cambiar y mucho los planes de los estudios. Lo que pensaban que era una gallina de los huevos de oro se ha convertido en un bolsillo roto en el que arrojar toneladas de dinero… y está claro que, al fin, toca un cambio de rumbo.
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