Metal Gear Solid 4 siempre se ha hablado de que es un juego que fue exclusivo de PlayStation 3 por las limitaciones de Xbox 360, pero es algo que nunca se ha podido demostrar. Hasta ahora. En The Ultimate History of Video Games Vol 2, de Steven L. Kent, el productor asistente Ryan Payton ha declarado que no había exclusiva alguna para que Metal Gear Solid 4 apareciera sólo en la consola de Sony, sino que la decisión de Konami dependió exclusivamente por el formato de disco que decidieron usar en la consola de Microsoft.
Mientras que Sony para PlayStation 3 decidió apostar desde el principio por el BluRay, añadiendo un lector integrado en la consola, Microsoft apostó por el HD DVD de una manera mucho más tibia, incluyendo un lector de DVD en la Xbox 360, vendiendo aparte el lector de HD DVD. Como sabemos ya todos, la guerra de formatos la acabaría ganando el Bluray, llevándose el pato al agua Sony y posicionando mejor la PlayStation 3 como plataforma multimedia, además de como plataforma de videojuegos, al tener discos mucho más voluminosos con los que trabajar que los de su competencia.
De hecho, eso es lo que ocurrió con Metal Gear Solid 4. Si bien el port era una posibilidad a nivel técnico, no lo era a un nivel práctico. En términos puramente físicos. Mientras los juegos de PlayStation 3 utilizaban BluRays, con una capacidad de hasta 54 gigas, los DVD roms de la Xbox 360 no podían contener más allá de 8.3 gigas. Algo que hubiera significado tener que meter el juego en varios DVDs. Algo a lo que los directivos de Konami no estaban dispuestos.
Si a eso sumamos a que otra gente del estudio era particularmente parcial hacia Sony en general y la marca PlayStation en particular, el port no sólo era inviable, sino directamente imposible. No había nadie en Konami dispuesto a luchar esa batalla por llevar el juego a la consola de Microsoft.
Es por eso que, si nunca se llegó a materializar, no fue por ninguna clase de contrato de exclusividad ni por presiones por parte de Sony. Fue simplemente por las decisiones empresariales y las preferencias del propio estudio de desarrollo. Algo que, muchas veces, tiene mucho más que ver en esta clase de decisiones que el dinero o los tratos que quieran poner sobre la mesa ninguna de las gigantes de la industria.
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