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Los arqueólogos han encontrado la tumba del primer emperador de China… y nadie se atreve a entrar

Chin na y menos

Los arqueólogos han encontrado la tumba del primer emperador de China… y nadie se atreve a entrar
Randy Meeks

Randy Meeks

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Año 221 a.C. Qin Shi Huang, entonces rey de la región de Qin, en China, se convierte en el emperador de un país unido por primera vez en su historia. Fue un tirano de los de quemar libros y apalear intelectuales, pero no es menos cierto bajo su mandato se crearon los guerreros de Terracota e incluso se empezó a fabricar la Gran Muralla China. Tras morir (debido una receta a base de jade y mercurio, que por lo que sea le sentó regular) fue enterrado en una tumba de la que no se conserva absolutamente ningún manuscrito de su construcción. Y ahí está el problema.

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It’s a trap!

Año 1974. Un grupo de granjeros chinos consiguen encontrar la tumba de Qin Shi Huang… pero los arqueólogos, cincuenta años después, la mantienen cerrada. Y hay un motivo para ello: se intuye que dentro puede haber todo tipo de trampas sorpresa, como si fuera un videojuego pero mortalmente real, desde lanzas cayendo del techo hasta mercurio para quien ose perturbar su sueño eterno. Los ricachones ahora tienen perros gigantes, pero el mercurio asusta mucho más que ningún mordisco.

La necrópolis se ha investigado a conciencia (ahí se encontraron los famosos guerreros de terracota), pero abrir la tumba es otra cosa: nadie sabe qué pueden encontrarse dentro. De hecho, un siglo después de la muerte del emperador se escribió “Los artesanos fueron ordenados hacer flechas y lanzas destinadas a disparar a cualquiera que entrara en la tumba. Se usó mercurio para simular los cien ríos, el Yangtzé, el Río Amarillo y el gran mar, y preparado para ponerse en marcha mecánicamente”.

El problema no es tanto el de poder morir (para algo hay trajes preparados a efectos de no hacerlo), sino que la excavación puede dañar la tumba y perder información histórica importantísima: ahora mismo no hay manera de entrar que no sea invasiva y con mucho riesgo de causar un derrumbe. Al fin y al cabo, fueron errores de este estilo, causados por las prisas y querer hacerlo todo deprisa y corriendo, los que causaron el final definitivo de la ciudad de Troya, que se hundió en 1870 y de la que poco se ha podido rescatar.

Probablemente quede poco para encontrar una solución y ver qué tiene el emperador guardado ahí con tanto esmero. O quizá no sea una buena idea. Quiero decir… Hemos visto todos ‘La momia‘, ¿verdad?

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Redactor especializado en cultura pop que te escribe en webs, revistas, libros, redes sociales, guiones, cuadernos y servilletas si no hay más sitios donde dar la chapa

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