Imagina que le pides a la IA que te diseñe un nuevo producto y que te haga la campaña de marketing de dicho producto. Esto acaba siendo un éxito y te haces millonario. Pues bien, Reino Unido dice que esa idea no la puedes patentar.
La IA no puede figurar en una patente como inventora de una nueva idea o producto, según ha declarado el Tribunal Supremo del Reino Unido en una sentencia que plantea interrogantes existenciales sobre nuestra relación con máquinas cada vez más inteligentes.
Lord Kitchin dictó sentencia el miércoles: “Concluimos que un ‘inventor’ debe ser una persona física. Solo una persona puede concebir una invención”.
Intentando conseguir la patente desde 2018
El caso fue escuchado por primera vez en 2018 por el fundador de Imagination Engines, Stephen Thaler, quien buscó patentes nombrando a su máquina de IA DABUS como inventor.
Thaler solicitó a varios tribunales que DABUS figurara como inventor de un contenedor de alimentos que los robots pueden agarrar fácilmente, y una luz de advertencia intermitente diseñada para llamar la atención durante emergencias.
Tanto la Oficina Europea de Patentes (OEP) como la Oficina de Propiedad Intelectual del Reino Unido (UKIPO) rechazaron la solicitud, alegando que el inventor designado en la solicitud tenía que ser un ser humano, y no una máquina.
La decisión ha sido confirmada ahora por el Tribunal Supremo del Reino Unido, la primera vez que un caso de esta naturaleza llega al más alto tribunal de un país.
Thaler forma parte del Proyecto Inventor Artificial, un equipo de investigadores y abogados que buscan derechos de propiedad intelectual para los resultados generados por la IA en ausencia de un inventor o autor humano tradicional.
Argumentan que designar derechos de patente a los sistemas de IA animaría a las empresas a invertir en el desarrollo de sistemas de IA, ya que tendrían más confianza en que podrían patentar los resultados.
Mientras que las autoridades de EE.UU., Europa y el Reino Unido apenas han contemplado la idea, DALUS consiguió sorprendentemente derechos de patente tanto en Sudáfrica como en Australia, lo que provocó una importante reacción en contra.
Sea como fuere, la sentencia plantea una serie de grandes interrogantes sobre el papel de las máquinas inteligentes en nuestra sociedad.