“Oye, ChatGPT, hazme un capítulo del manga ‘Black Jack'”. Los herederos de Osamu Tezuka parece que no tienen tanto respeto como parece al llamado “dios del manga” ahora que casi se cumplen 35 años de su muerte. El artista, que en sus estertores de muerte pedía que le dejasen trabajar un poco más y que dibujó unas 150.000 páginas de manga él solo, seguro que estaría encantado con que la inteligencia artificial escribiera un capítulo extra de su manga más recordado. Uy, sí. Casi fijo.
En mangas de camisa
Que la inteligencia artificial se supone que ha venido a quitarnos nuestros trabajos, sueldos y vida no es una novedad, pero sí que los propios autores (o la familia lejana de los mismos) estén de acuerdo con que su obra sea estudiada por una máquina y pasada por filtros para tener algo más o menos nuevo. En este caso, la IA ha aprendido la estructura de las tramas y las relaciones de personajes de ‘Black Jack’ y se supone que está preparada para hacer su propio episodio.
Para echar más sal en la herida, será el primer capítulo desde que en 1983 se publicara el último manga en la revista Shukan Shonen Champion. El hijo de Tezuka, Makoto, no está del todo convencido, eso sí: “Aunque yo mismo lo propuse, soy consciente de que es indignante e, incluso hoy, estoy dubitativo sobre si va a funcionar”. Justo las palabras de ánimo que uno quiere escuchar de su líder.

Sin embargo, en otra declaración se ha sacado de la manga que su padre usaría la IA si estuviese vivo y ya vale para tratar de hacer la ouija creativa. Para demostrar lo que la inteligencia artificial es capaz de hacer mostraron dibujos en los que el médico utiliza un teléfono móvil como prueba de lo que las máquinas son capaces de hacer.
No es la primera vez que una IA crea una obra, precisamente, de Osamu Tezuka: en 2020 ya se publicó ‘Paidon’ con su estilo y su manera de hacer los argumentos pero sin permiso expreso de la familia. Lo que viene siendo conocido como “robar”, vaya. En fin, sabemos que este proyecto utilizará ChatGPT-4 y que marcará una nueva barrera en la ética artística que, la verdad, a nadie parece importarle demasiado. Tiempos raros estos.
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