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El fetiche de lo físico: por qué seguimos comprando libros, discos y videojuegos si podemos tenerlos digitales

¿Spotify o vinilo?

El fetiche de lo físico: por qué seguimos comprando libros, discos y videojuegos si podemos tenerlos digitales
Randy Meeks

Randy Meeks

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“A ver cuándo sale en Netflix“; “Ya están las novedades en Spotify”; “Me lo bajo en el Kindle”; “Ha salido en el Game Pass”… Cualquiera diría que la modernidad ha traído, más que grandes novedades en el arte que disfrutamos, diferencias en el modo en que lo hacemos. Antes, una casa podía estar rodeada de libros, discos, DVDs, cómics y videojuegos. Ahora nos basta con cuatro aparatos para tener las paredes de nuestro hogar mucho más limpias… ¿O no?

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El fetiche de lo físico

Seguro que has escuchado (o dicho) alguna vez aquello de “Me lo bajo, y si me gusta, me lo compro”. Por ejemplo, te bajas lo último de Laura Gallego, y al de veinte páginas, ya has decidido que eso mereces tenerlo en físico. Poder tocar las cosas antes era la única manera de disfrutarlas: ahora es un honor guardado solo para lo mejor de lo mejor.

Y las marcas lo saben. Quizá por eso se atreven a lanzar ediciones especiales con más cosas que poder tocar (figuritas, monedas, libretos únicos). Puede que no todo el mundo quiera llenar su casa de cosas, pero, el que quiere, sabe aprovecharlo al máximo. Quizá no te compraras ‘El señor de los anillos’ en una edición de bolsillo, pero… ¿Y una de lujo con los bordes de las páginas de oro y tamaño gigante? El formato físico sirve no ya como simple consumo, sino como decoración y estatus.

Puede que jamás vayas a poner ‘Casablanca’ o ‘El puente sobre el río Kwai’ en el reproductor de Blu-Ray teniéndolas en streaming, pero tener sus ediciones de coleccionista es una manera de reconocer su valía, mostrar tus gustos a los visitantes de tu casa y, oye, si algún día sucede el mil veces anunciado apocalipsis online, tener un plan B. Por más que haya quien se empeñe en anunciar que ahora lo que se lleva son los espacios vacíos para dejar fluir el zen, si tienes un par de hobbies, esos lugares donde no hay nada se van a llenar muy pronto.

De aquí para allá

De acuerdo, sí, es mucho más fácil pasar una canción a otra persona simplemente compartiendo un link en lugar de coger el CD (o el vinilo), ir a su casa y dejárselo. Pero hay un motivo por el cual seguimos coleccionando vinilos más allá de la calidad musical: es la sensación de poseer algo. Aunque compremos el disco digitalmente y venga cargado de extras, siempre sentiremos más nuestro algo que podemos manipular, tocar y prestar. No es simple nostalgia, es ser humano.

Habrá quien diga “Claro, bueno, ¿y entonces qué pasa con los periódicos y las revistas? Están en plena crisis en su formato físico”. Es cierto. Carecen de la magia del coleccionismo y, por tanto, siempre se han visto más como contenido desechable: el paso al digital es más sencillo, especialmente porque lo que buscamos -la actualidad- siempre va a estar más al día en Internet que en papel un día después. Con las revistas pasa parecido, es el siguiente paso lógico: no sentimos la pulsión de coleccionarlas, no son un objeto fetiche.

Por más que haya agoreros que tratan de matar el formato físico, lo cierto es que cada año hay más y más cómics y mangas publicados, más y más vinilos van tomando su lugar, más y más videojuegos de toda clase y color. Incluso juegos indies que salieron exclusivamente en digital han terminado saliendo en físico por esta tendencia a tener lo bueno encapsulado en nuestras manos. Si lo tengo, es que lo estoy reconociendo. Es que dice algo sobre mí.

El problema del cine

En esta búsqueda nueva por ver qué sobrevive en el formato físico ya hay un formato que ha quedado herido de muerte (al menos en España): el Blu-Ray. Si en Reino Unido y Estados Unidos aún vive un momento muy dulce, en parte gracias a colecciones como las de Criterion o Arrow, en nuestro país, que siempre fue más pirata que otra cosa, la llegada del streaming ha condenado definitivamente a los discos con películas (y series) al ostracismo.

Es la excepción: aunque pudiera parecer que Spotify ha matado los discos para crear, a cambio, una vía de ganancias a través de más conciertos, lo cierto es que los vinilos tienen una comunidad más que viva que ha tomado a todo el mundo por sorpresa. Pasa lo mismo con los libros: por más que Amazon se empeñe, por un poco más muchos preferimos tenerlos en la mano y poder llevarlos de viaje sin tener que estar pendientes de la batería.

Normalmente no hay que hacer caso a los que anuncian “el futuro”, ya venga en forma de NFT, criptomoneda o formato digital, porque Nostradamus 2.0 no existe: la revolución del espacio físico no solo debe ser bonita. También debe llenarnos interiormente de un simple vistazo. Y eso, un Kindle, por más que se empeñen, no lo conseguirá jamás.

Randy Meeks

Randy Meeks

Redactor especializado en cultura pop que te escribe en webs, revistas, libros, redes sociales, guiones, cuadernos y servilletas si no hay más sitios donde dar la chapa

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