Killers of the Flower Moon es la próxima gran película de Martin Scorsese. A sus 80 años, el director se aqueja de no poder seguir haciendo cine al ritmo al que le gustaría mientras firma uno de los títulos que pueden petarlo en los Oscars de 2024. Con Leonardo DiCaprio y Robert De Niro como principales activos, Killers of the Flower Moon parece que será un fenómeno implacable en taquilla y crítica. Pero lo más sorprendente de todo es su historia.
La próxima película de Scorsese se basa en el libro Killers of the Flower Moon: the Osage Murders and the Birth of the FBI (Los asesinos de la luna: Petróleo, dinero, homicidio y la creación del FBI). Escrito por el periodista y escritor David Grann en 2017, fue un libro que marcó tendencia en su momento y se convirtió en un gran éxito tanto en Estados Unidos como en el resto del globo. Y es que su historia mete el dedo en la llaga en un tema muy importante que pocas veces se había tocado antes.
A continuación os dejamos con la historia real de Killers of the Flower Moon, una que explicará mucho mejor Martin Scorsese pero que cuenta con todos los elementos necesarios para convertirse en uno de los mejores filmes de la historia del cine contemporáneo.
Una historia terrorífica sobre el racismo
La historia se sitúa en la Oklahoma de los años 20. A principios del siglo XX, los indígenas de la Nación Osage habían sido expulsados de su tierra natal en Oklahoma por los estadounidenses. Es por ello que tuvieron que reubicarse al noroeste de sus tierras, en una zona que nadie quería a priori porque era “rocosa e infértil”.
Sin embargo, el karma actuó de manera instantánea y los indígenas acabaron yendo a parar a una zona que, si bien nadie entendía su valor, pronto resultó ser un nido de riquezas. Descubrieron que, debajo de la tierra supuestamente infértil, se ocultaba una enorme cantidad de petróleo. Era un tanque sin explorar y al que podían sacar todo el jugo que quisieran.
En un momento en el que la industria del automóvil comenzaba a aflorar, este descubrimiento provocó que toda una comunidad indígena venciera al capitalismo en su propia batalla, y comenzaron a pasar por la derecha a decenas de empresarios del momento.
Este suceso provocó que, de repente, aquellos que eran vistos como salvajes y pobres vistieran joyas más costosas que nadie, vistieran mejor y vivieran en grandes mansiones, rodeados de sirvientes blancos que daban la vuelta a la balanza. Por supuesto, este giro en los estereotipos no sentó bien a todos… y pronto comenzó el drama.
A principio de los años 20, aquellos que antes eran vistos con una mezcla entre envidia y respeto, pronto comenzaron a ser asesinados. Los integrantes de la tribu comenzaron a caer como moscas y a desaparecer de manera misteriosa, y y aunque se comenzó a investigar, entre la poca importancia que les daban y los intereses ocultos que existían, se tardaron años en dar con el culpable.
Finalmente, se descubrió que todo era parte de una conspiración en la que hay involucrados de todos tipos… aunque todos blancos. Estos iban desde doctores, que ayudaban a crear los venenos con los que matarían a los Osage, hasta policías y agentes cómplices o que hacían como si no pasara nada, pasando por trabajadores de funerarias que cubrían los asesinatos y periodistas que se negaban a cubrir lo ocurrido.
De entre todos ellos estaba, también, Ernest Burkhart, sobrino del empresario local William Hale —que estaba implicado de lleno en los asesinatos— y esposo de Mollie Burkhart, mujer indígena que es extremadamente rica. Ernest Burkhart es el personaje interpretado por Leo DiCaprio en la película, y es un hombre que se encuentra entre dos tierras: entre el amor de su mujer y su familia y la trama oscura de su tío y el resto de hombres de su calaña.
Pero la cosa se va complicando. La familia de Mollie pasa a ser objetivo, rápidamente, de la conspiración, acabando con el asesinato de las tres hermanas —entre las que se encuentra Mollie—. Una de las hermanas murió envenenada, otra abatida a tiros y otra en una explosión. Está claro que los asesinos tenían todos los recursos para hacer lo que quisieran.
La situación se complicó tanto que, finalmente, alguien intentó poner tierra de por medio. El joven J. Edgar Hoover era un agente recién incorporado al FBI, departamento que, hasta el momento, no se había encargado de grandes casos. Pero este fue la primera trama destapada por el departamento, que comenzó a crecer hasta lo que es hoy día. La organización llegó a recluir directamente a los asesinos, pero resultó que solo complicó las cosas por culpa de su poca profesionalidad y el secretismo tras el caso.
Sin embargo, un nuevo hombre se puso al frente de la investigación: Tom White, interpretado por Jesse Plemons en la película. White era un guardia forestal, pero viendo lo que estaba ocurriendo, se puso a disposición del FBI y acabaron dándole el caso. Él fue quien consiguió destapar a William Hale, el empresario encarnado por DeNiro que nadie sabía de dónde venía pero que llegó a la tierra de los Osage de forma repentina y sin que nadie supiera nada.
Tirando del hilo de Hale comenzó a destapar el caso, pero era alguien con demasiado poder. Tenía un gran carisma y controlaba a todos los implicados en el complot, del primero al último, de forma que fue un trabajo dificilísimo que ni siquiera acabó tan bien como se esperaba. Tanto Hale como el resto de asesinos fueron liberados al poco tiempo de ser recluidos, y ninguno tuvo demasiadas grandes repercusiones. Y es que, en los olvidados ya años 20, el racismo no estaba tan penado como debería.
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