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Final Fantasy XVI (análisis): una fantasía final recomendada, aunque con costuras

Una gran obra que no excelente donde el combate brilla por encima de todo.

Final Fantasy XVI (análisis): una fantasía final recomendada, aunque con costuras
Nacho Requena Molina

Nacho Requena Molina

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Podría haber dejado para el final todo y que sirviera para crear una expectación enorme hasta el desenlace de este texto, pero a veces es preferible ir al grano: recomiendo Final Fantasy XVI. Así, sin más. No obstante, dentro de esta recomendación hay que poner muchos matices, ya que el juego tiene sus costuras sueltas que hacen que la obra sea buena, pero que podría haber dado mucho más de sí para llegar a ser excelente.

Final Fantasy XVI +INFO

Porque la nueva entrega de Square Enix llegaba con la vitola de ser una de las obras más esperadas no sólo de este 2023, sino de los últimos años. El equipo que conformaba la producción era uno de esos “dream team” que muy pocas veces uno se encuentra: dentro del cacareado Creative Business Unit III de Square Enix se juntaron figuras como Naoki Yoshida como productor (artífice del renacer de Final Fantasy XIV), Ryota Suzuki en el gameplay (director de combate del increíble Devil May Cry 5), Masayoshi Soken como compositor (Final Fantasy o Drakengard, entre muchas otras obras) e Hiroshi Takai y Kazutoyo Maehiro como directores.

Un platel de altos vuelos que dejaba entrever que Final Fantasy XVI sería una obra descomunal a lo lejos, pero que cuando la tenemos delante de nosotros resulta que es una muy buena obra, pero no impresionante. Porque Final Fantasy XVI hace de su mayor virtud también su defecto: el sistema de combate.

El combate de esta entrega es espectacular. Más propio de un hack & slash que de un Action RPG -no le robas a Capcom a Suzuki por casualidad-, la cantidad de combos que se pueden encadenar entre habilidades, golpes y más permiten que el loop jugable de cada pelea sea muy adictivo (incluso pasando por alto que la mayoría de enemigos apenas presentan reto). Sin embargo, aquí está también su mayor punto “débil”: todo lo introducido como RPG goza de poca importancia.

La subida de niveles, armas, etc., es bastante vacua, hasta tal punto que si no hubiera estado presente, quizás habría sido incluso mejor. Al apostar tanto por el género hack & slash, en el juego predomina más la habilidad del jugador que las propias estadísticas. Aquí este que escribe se ha cargado a jefes 10 niveles por encima por el simple hecho de estar acostumbrado a jugar a dicho género. Por tanto, el componente Action RPG queda relegado a un segundo o incluso tercer plano, donde no brilla y se convierte en anecdótico.

Este combate, a su vez, también afecta al propio ritmo del juego. Con batallas frenéticas y divertidas, los momentos de interludio se hacen pesados. No hablamos de misiones secundarias en su casi totalidad insustanciales (algunas sí merecen la pena, pero son pocas), sino aquellas misiones principales que realmente son secundarias enmascaradas.

El problema que sufre Final Fantasy XVI es que estas se dilatan en el tiempo, por lo que algo que debería ser rápido para que no frenara el ritmo se convierte en cierto punto en tedio. Y eso es un problema, sobre todo porque a su vez también hace que no brille la obra en ocasiones en ese entresijo de naciones y conflictos políticos que atesora la trama.

No vamos a entrar en ella por motivos lógicos -spoilers- y porque la información básica ya la puedes consultar aquí, pero puede ser la entrega que mejor worldbuilding tiene de todas. Hay mucho mimo puesto en crear ciudades, poblados, reinos y todo lo que gira a su alrededor. Hay tanta información que incluso dos personajes del juego funcionan como “Biblia” para recoger todos los datos. Pero a veces el propio juego se autorpedea imponiendo ese ritmo más lento y que corta la narración.

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Y entre todo esto, un detalle importante: el juego va finísimo a nivel técnico. Si bien es verdad que en el modo rendimiento se notan caídas de 60 frames por segundo, nunca se baja de los 30 frames por segundo. Teniendo esto como tope por lo bajo, es más fácil mirar hacia arriba. Además, en las casi 50 horas que ha durado se han encontrado un total de 0 bugs. Literalmente CERO. En estos tiempos de parches enormes, parece casi una quimera encontrarse un videojuego así.

Final Fantasy XVI es un buen juego que quizás se queda lejos de lo que se esperaba. Es un título más que recomendado (la banda sonora es una auténtica maravilla), aunque siempre teniendo en consideración todos estos puntos ya citados. Si entras en el loop jugable del juego y aceptas sus fallos, estarás dentro de este; si te resultan más incómodo de lo que parece, te echará de la aventura.

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Nacho Requena Molina

Nacho Requena Molina

Periodista especializado en videojuegos y tecnología. Casi dos décadas dedicado a ello.

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