Algunos juegos se hacen de desear. Tienen desarrollos largos, o sus desarrollos nunca terminan de decidirse a sacar su secuela, o sus betas parecen ser infinitas, o los estudios que los realizaron desaparecen y parece imposible que vuelvan salgo que ocurra un milagro. A veces ocurren todas esas cosas a la vez. O al menos en una ocasión ha ocurrido. Baldur’s Gate 3 es un juego que no debería existir. Es un milagro, una excepción y una fantasía. Un videojuego que llevamos esperando veintitres años y cuya propia historia es tan fascinante como el propio juego en sí.
Baldur’s Gate es un juego publicado en diciembre de 1998 para PC, desarrollado por Black Isle Studios. Su pretensión es crear la versión más refinada posible hasta el momento de lo que supone jugar a una partida de rol de la segunda edición de Dungeons & Dragons. Que el mundo se sienta enorme y vivo, que nuestros actos tengan consecuencias, que no haya dos clases que se sientan iguales ni dos personajes que se parezcan más allá de lo superficial. Y lo consiguieron. Baldur’s Gate es enorme, obsesivo y apabullante hasta lo improbable. Un juego absolutamente mastodóntico que, aún hoy, resulta aterrador para mucha gente que lo ve con un poco de veneración y un poco de miedo.
Algo que se extendería al más popular Baldur’s Gate II: Shadows of Amn, publicado en septiembre del año 2000. Un juego incluso más grande, más complejo, y de algún modo, incluso más fascinante. Enteramente 3D, calibrando perfectamente la importancia del combate con la densidad de su narrativa y lo enorme de su mundo, el juego fue un éxito de crítica y público que lo convirtió en uno de los grandes juegos de rol occidental.
Es por eso que Baldur’s Gate es, en muchos casos, sinónimo de Dungeons & Dragons. Una franquicia culpable de que muchas personas empezaran a jugar a rol, en particular al juego de Wizards of the Coast. De ahí que tenga un significado muy importante para los roleros: no es sólo un videojuego. Ni siquiera un videojuego de rol excelente donde, para ver todo el contenido, tenemos que invertir entre 200 y 300 horas. Es un hito que marcó a toda una generación y que, en no poca medida, sirvió de bote salvavidas para Dungeons & Dragons en un momento en que no estaba sabiendo cómo terminar de llegar a un público nuevo. Cosa que logró con Baldur’s Gate.
El problema es que, debido a los problemas financierios de Interplay, la casa madre del estudio, Black Isle Studios cerraron sus puertas en 2003. Si bien buena parte de sus cabezas pensantes formarían más tarde Obsidian Entertainment, la filosofía de ambas compañías siempre se ha sentido marcadamente diferente. Neverwinter Nights es un juego excelente, Pillars of Eternity es un interesante juego que mira al pasado y Tyranny tiene ideas interesantes no siempre bien desarrolladas, pero ninguno es lo que querían los fans. Ninguno era Baldur’s Gate 3.
Wizards of the Coast no se sintió cómodo cediendo la franquicia Baldur’s Gate a nadie hasta aproximadamente septiembre de 2017. Fue entonces cuando Larian publicaron Divinity: Original Sin II, un juego excelente, muy inspirado en Baldur’s Gate II. Larian en el pasado se habían mostrado interesados en resucitar la marca Baldur’s Gate, pero Wizards of the Coast habían considerado que aún estaban muy verdes. Pero al ver lo que habían hecho con Divinity: Original Sin II, un juego que en los aspectos mecánicos bien podría considerarse un sucesor espiritual de todo lo que hacía su mítica franquicia, decidieron que ya era el momento de trabajar juntos.
Eso ha llevado a la historia que todos conocemos. Su presentación en el E3 de 2019. Su lanzamiento en early access el 30 de septiembre de 2020, que tuvo que ser retrasado hasta el 20 de octubre. Su próximo lanzamiento el 3 de agosto en PC y el 6 de septiembre en PlayStation 5, con fecha aún por anunciar para Xbox Series X y Series S.
Por eso, aunque hayamos tenido que esperar 23 años desde que jugamos a aquel mítico Baldur’s Gate 2, la espera está a punto de acabar. Baldur’s Gate 3 promete ser un juego excelso, una auténtica obra maestra, y estamos ya prácticamente rozándolo con la punta de los dedos. A Wizards of the Coast le ha costado decidirse, Black Isle nunca llegó a poder hacer una trilogía y Larian ha tenido que hacer dos juegos enormes para conseguir que les dejen hacerlo. Pero si ese es el precio por lo que suena como una hazaña épica salida de las Tierras Olvidadas, quizás haya merecido la pena después de todo.
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