Elon Musk, el excéntrico magnate y provocador nato, ha vuelto a causar revuelo: esta vez no son sus tuits ni sus negocios lo que ocupan los titulares, sino una demanda judicial. El objetivo: OpenAI, la compañía de inteligencia artificial que él mismo ayudó a fundar.
El sudafricano acusa a OpenAI y a su director ejecutivo, Sam Altman, de abandonar la promesa fundacional de desarrollar herramientas de inteligencia artificial “para el beneficio de la humanidad” en favor de maximizar las ganancias.
Musk, un inversor clave en los inicios de OpenAI, alega haber invertido tiempo, dinero y esfuerzo en el reclutamiento de talentos para el laboratorio de inteligencia artificial.
Relacionado: Elon Musk podría haber sido accionista de OpenAI (ChatGPT): ¿qué ocurrió?
Este fue establecido en 2015 sobre la base de ser una organización sin fines de lucro “dedicada a crear inteligencia artificial general (AGI) segura y de código abierto para el beneficio público”, punto en el que las máquinas superan las capacidades del cerebro humano.
La demanda, presentada el jueves en el Tribunal Superior de San Francisco, acusa a OpenAI, Altman y al presidente de la compañía, Greg Brockman, de romper su acuerdo con Musk al alejarse de esos principios.
El CEO de Tesla exige que OpenAI, ahora respaldada por Microsoft, ponga su investigación y tecnología a disposición del público, y que además prohíba a los ejecutivos de la empresa y a Microsoft recibir cualquier tipo de beneficio económico por su trabajo. Musk también busca una indemnización, cuya cantidad no ha sido revelada. Los abogados de Musk aseguran que cualquier compensación obtenida será donada a una organización benéfica o sin fines de lucro.
OpenAI ha declinado hacer comentarios.
This is why Elon is suing OpenAI pic.twitter.com/Py8UOlLq43
— Teslaconomics (@Teslaconomics) March 2, 2024
La demanda, sin embargo, pone de manifiesto las críticas recibidas por OpenAI desde el lanzamiento de ChatGPT, el cual catapultó el perfil de la empresa e impulsó millonarias inversiones. Su inusual estructura –una junta directiva sin fines de lucro supervisando un brazo corporativo– ha generado tensiones sobre la velocidad de comercialización de sus productos. Estas tensiones estallaron el año pasado con el abrupto despido y posterior regreso de Altman a la compañía, conflicto motivado parcialmente por las preocupaciones de que OpenAI estuviera evadiendo consideraciones de seguridad al lanzar productos de inteligencia artificial demasiado rápido.
Altman lo ha negado.
La demanda alega que en 2015, Altman contactó a Musk motivado por los riesgos potenciales de la inteligencia artificial, particularmente los asociados al laboratorio de Google, conocido como DeepMind. Tras acordar que OpenAI sería una entidad sin fines de lucro y de código abierto, Musk contribuyó más de $44 millones entre 2016 y 2020.
Aunque Musk renunció como copresidente de OpenAI en 2018, la demanda afirma que continuó contribuyendo y recibiendo actualizaciones regulares por parte de Altman y otros ejecutivos. Sin embargo, OpenAI parece haber perdido el rumbo, según la denuncia, al crear una subsidiaria con fines de lucro, otorgar a Microsoft una licencia exclusiva sobre parte de su tecnología y mantener en secreto el diseño interno de la última versión de ChatGPT.
“OpenAI Inc. ha sido transformada en una subsidiaria cerrada y de facto de la corporación tecnológica más grande, Microsoft”, sostiene la demanda.
Desde el lanzamiento público del chatbot de OpenAI en noviembre de 2022, tanto Altman como su empresa se han visto envueltos en polémica. Musk ha sido uno de sus críticos, acusando a ChatGPT de un sesgo ideológico y anunciando planes para ofrecer una alternativa.
Sin duda, el estilo provocador de Musk agrega un ingrediente extra a este drama tecnológico, cuyo desenlace podría tener amplias implicaciones en el desarrollo de la inteligencia artificial. ¿Una batalla entre visiones antagónicas por el futuro de una tecnología prometedora?
