En la ficción es muy común edulcorar aquello que se pretende criticar. Por no querer sensacionalizar ni polemizar en exceso, a veces por no querer parecer exagerado o poco creíble, se acaba suavizando demasiado lo que en realidad es más terrible de lo que la ficción se tiende a permitir expresar. Por supuesto, esto no ocurre siempre. Hay obras que se permiten romper tabues, explorar todo lo que normalmente no se toca y hacerlo, además, sin caer en ese sensacionalismo que igual que algunos evitan, otros autores buscan activamente. Como ha sido el caso del mejor anime de lo que llevamos de año: Oshi no Ko.
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La sinopsis del anime es, siendo justos, desconcertante. El protagonista es Gorou Amamiya, un ginecólogo fan de una cantante llamada Ai Hoshino a causa de una de una joven de su hospital que sufre de una enfermedad terminal y con la que tiene una relación fraternal. Un día, Hoshino aparece en su consulto a causa de que está embarazada de mellizos y le pide que trate su embarazo en secreto, ya que nadie puede saberlo, o su carrera como idol podría acabarse. Él, como fan y médico, acepta, creando una relación cercana con Hoshino, para acabar siendo asesinado el mismo día del parto.
El gran giro de todo esto es que Gorou se reencarna en uno de los hijos de Ai, Aqua Hoshino. Del mismo modo, la paciente terminal con la que tenía amistad, se ha reencarnado en su hermana melliza sin su conocimiento, Ruby Hoshino. De ese modo, ambos fans de Ai, se convierten en sus hijos y, cuando ésta es asesinada, ambos llegan a la conclusión de, cuando crezcan, entrar en el mundo del entretenimiento para descubrir quién fue el asesino de su madre y vengarse del mismo.
Aunque pueda parecer plagada de spoilers, esta sinopsis abarca literalmente el primer capítulo del anime. Ni siquiera el primer tomo del manga. La historia empieza realmente con Ruby y Aqua ya adolescentes, adentrándose en el mundo del entretenimiento. Primero Aqua, haciéndose actor, después Ruby, siguiendo los pasos de su madre, haciéndose idol. Algo que en todo momento se trata con un tono cercano al de una obra de terror.
El retrato que hace el anime del mundo del espectáculo es el de un mundo descarnado, cruel y en muchas ocasiones, directamente erigido sobre el abuso. Aunque con tintes de comedia aquí y allá, todo en el anime está erigido sobre este concepto. Lo importante es cumplir los propósitos propios y utilizar a los demás es la norma en una industria que no teme utilizar el sexo, el dinero, el poder y las personas a su antojo, independientemente de su edad, su género o sus circunstancias. Algo en lo que acaban involucrándose en gran medida los propios personajes protagonistas, especialmente el mucho menos inocente, y mucho más pragmático, Aqua.
Además, en el anime, con respecto del manga, han reforzado algunos de los aspectos más turbios. Creando más contraste entre lo oscuro de sus temas y lo luminoso de su estética, dándole un enfoque particular con el uso de la música creada especialmente para la serie, todo sirve para darle un enfoque aún más crudo.
Todo eso ha hecho, también, que la serie se vea desde una perspectiva más crítica que el manga. Incluso si el manga ha vendido una barbaridad, este no ha generado ninguna polémica particular. Algo de lo que no puede alardear el anime. El parecido de una subtrama de bullying que acaba con un casi intento de suicidio y sus similitudes con un caso real de bullying que acabó en suicidio, ha llevado a que la serie sufra algunas duras críticas que han quedado finalmente incontestadas por parte del estudio o los creadores de la misma. Algo que también hace deslucir el conjunto final, ya que les hacen parecer menos sensibles al respecto de los propios temas que tratan de una forma tan crítica en su propio anime.
Eso no quita para que Oshi no Ko sea un anime excelente, de una animación interesante, unos diseños soberbios y un guion excelente. La clase de serie que merece la pena ver y que, sin lugar a dudas, está entre los mejores, si es que no es el mejor, anime que hemos podido ver de lo que llevamos de año. Porque rara vez vemos historias que se atreven a hablar de temas tan controvertidos mojándose de manera tan evidente, sin caer en el sensacionalismo ni quedándose cortos en su tratamiento de sus temas. Y por eso, lo celebramos.
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