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Aquella vez que Donald Trump puso su nombre a un juego de mesa (y fue un fracaso)

El Monopoly para (más) ricos

Aquella vez que Donald Trump puso su nombre a un juego de mesa (y fue un fracaso)
Randy Meeks

Randy Meeks

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El nombre de Donald Trump nos lleva inmediatamente a un montón de situaciones mentales, y no todas precisamente positivas, desde el Asalto al Capitolio hasta Jimmy Fallon atusándole el pelo (en una maniobra política extraña pero que funcionó por algún motivo). Sin embargo, tiempo atrás, el tiburón de los negocios, cameo de ‘Solo en casa 2’ y estrella de ‘The apprentice’ intentó hacerse un hueco, desde lo alto de su torre de cristal -literalmente- en un juego de mesa.

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Se dio un trumpazo

No era la primera vez que Trump ponía su nombre en algo que no tenía nada que ver con él: en Estados Unidos disfrutaron de sus filetes (es un decir: no los compró nadie) y de su vodka, que, de momento, se sigue bebiendo solo en Israel. Así que, ¿por qué no un juego de mesa? Cuenta la leyenda que Jeffrey Beslow, autor de juegos de mesa basados en licencias absurdas como ‘Donkey Kong’ o ‘Tiburón’ cerró una reunión con él para proponerle ‘Trump: el juego’ en 1988.

Y todos conocemos al ex-presidente americano: pocas cosas le gustan más que él mismo. Así que ni corto ni perezoso aprobó el proyecto, que se desarrolló con MB. La idea de Trump era hacer un Monopoly pero realista, donde lo mínimo que se pudiera jugar fueran diez millones de dólares. El manual terminó siendo tan absurdamente complejo para explicar algo muy sencillo que ocupaba 15 folios.

Lanzaron dos millones de unidades a las tiendas y apenas se vendieron, en total, 800.000, de las que el millonario prometió dar el 60% de los beneficios a caridad (sin que sus creadores supieran nada). Más adelante, en juicio, no tuvo manera de probar que su promesa se llevó a cabo. La campaña de promoción fue tan dura que incluso Bob Stupak, director de un casino de Las Vegas, retó a Trump a una partida a su juego pero jugándose un millón de dólares. Trump jamás aceptó, ni tan siquiera cuando la apuesta se convirtió en 250.000 dólares que el propio Stupak daría a la ONG que el ganador quisiera.

No es de extrañar: en el anuncio, la gran estrella solo decía dos frases (“Mi nuevo juego es Trump: el juego” y “Creo que os gustará”) y prácticamente lo abocó al fracaso. Curiosamente, en 2004, volvió a salir a la venta tras el éxito de ‘The apprentice’ pero de manera mucho más simplificada, con un eslogan que anunciaba que se necesitaba cerebro para ganar millones, pero a Trump para ganar miles de millones. Tampoco fue un éxito.

Ah, la partida con Bob Stupak no habría llegado a nada: ninguno de los dos millonarios se había leído las reglas del juego porque entonces habrían descubierto que el número mínimo de jugadores es… tres.

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Randy Meeks

Randy Meeks

Redactor especializado en cultura pop que te escribe en webs, revistas, libros, redes sociales, guiones, cuadernos y servilletas si no hay más sitios donde dar la chapa

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