Cuando era adolescente, recuerdo que mis padres me compraron una cinta de vídeo titulada ‘¿Qué me está pasando?’, en la que se detallaba, con todo lujo de detalles, los cambios físicos y mentales propios de la edad. Era una cinta divertida, didáctica, entretenida y que, desde luego, daba muchísima vergüenza. Pero siempre hay algo que puede dar el colmo del, como se llama ahora, cringe: ¿Que te pillen tus padres en páginas donde no deberías estar? ¿Que salga una escena de sexo en una película? Naderías.
Sex masca la tragedia
Imagina que estás en 1990 y tus padres te han llevado, por fin, tras mucho insistir, a Disneyworld. Y dando un paseo por Epcot, el segundo de los cuatro parques que forman el complejo, dos veces más grande que el Reino Mágico, te encuentras, entre monoraíles y grandes pirámides de cristal, un pabellón llamado Wonders of Life (Las Maravillas de la Vida) en el que echan una película de 15 minutos. Un corto de acción real y animación titulado ‘Cómo me hicieron’ (‘The making of me’) que va exactamente de lo que estáis pensando.
16 minutos de un vídeo educacional sobre sexo que, encima, tienes que comerte en un parque de atracciones, en plenas vacaciones y con tus padres al lado. Creo que he tenido pesadillas así. Y ojo, porque en realidad el vídeo estaba pensado especialmente para la audiencia norteamericana, tan puritana ella. Al estilo ‘Regreso al futuro’ seguíamos a Martin Short (sí, el cómico al que ahora puedes ver en ‘Solo asesinatos en el edificio’ y que anteriormente hizo todos los chistes guarros del mundo) viendo cómo le crearon.
Nadie esperaba, por suerte, escenas subiditas de tono: en el corto se explicaba cómo tus padres fueron al baile de fin de curso (ya sabes, ese baile de fin de curso en Cuenca), salieron un tiempo, se casaron y entonces, con todo lujo de detalles, cómo papá puso una semillita en mamá. Los espectadores salían de ‘The making of me’ francamente confusos: sí, era bueno, pero… ¿Por qué en Disneyworld? ¿Y por qué meterse en camisa de once varas? ¿Qué necesidad había?
En 2007, tras 18 años de proyección ininterrumpida, ‘The making of me’ se cambió por un documental de comida para nunca jamás volver a reponerse. Disneyworld aprendió la lección, Martin Short no volvió a meterse en líos como estos y el parque de atracciones se dedicó a cosas mucho más normales como una discoteca infantil de Mickey Mouse o un grupo de música electro-espacial que duró solo un verano. Disneyworld: mil historias, ninguna normal.
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