Corría el año 2007 cuando Steve Jobs anunció el primer iPhone, Microsoft lanzó el “exitoso” Windows Vista y Futurama estrenó la que sería su primera película: ‘El gran golpe de Bender’. La famosa serie futurista creada por Matt Groening, padre de Los Simpson, nos presentaba una película de hora y media de duración que enamoró a los fans (entre los que me incluyo).
El argumento de la película era de lo más disparatado: tras visitar un planeta nudista (sí, planeta), los integrantes de Planet Express acaban siendo víctimas de un scam que, entre otras nefastas consecuencias, infecta con un virus a Bender y lo pone al servicio de los estafadores: un trío alienígena nudista.
Por si todo esto te pareciera poco, todo se desmadra en el momento en que se descubre que Fry tiene en su culo un tatuaje de la cara de Bender del que no sabe nada y que, para rizar más el rizo, incluye un código binario que permite a Bender viajar al pasado. Con Bender en su control y un código para viajar al pasado, los estafadores comienzan a hacerse con todo tipo de reliquias y tesoros hasta que son asquerosamente ricos.
Una vez tienen todas las fortunas de la Tierra, los alienígenas deciden deshacerse tanto del código como de la persona que lo tiene, involucrando a Fry en una persecución al pasado con Bender convirtiéndose en un Terminator (incluyendo las gafas de sol). Si bien la película incluye varios viajes de Bender, que trata de encontrar (y matar) a Fry, había uno que se acabó descartando finalmente.
Según Ken Keeler, uno de los guionistas de la película, y Dwayne Carey-Hill, su director, esta persecución en el siglo XXI iba a contar con una escena de 10 minutos en la que Bender se encontraba en Italia con un aristócrata llamado Fillippe Frey al que amenaza con matarlo debido a que no es capaz de distinguir si se trata de su viejo amigo o una persona cualquiera.
“Encontró a un aristócrata italiano hastiado jugando a la ruleta en Montecarlo que se llamaba Fillippe Frey, pero no sabía si era Philip Fry o no, evidentemente, y se vio envuelto en un asunto en el que el aristócrata no hacía más que ganar enormes cantidades de dinero y no le importaba. Sin importarle lo más mínimo”, relata Keeler. “Y Bender finalmente amenaza con matarlo y él dice: ‘¡No me importa! Adelante, mátame, ¡no me importa!’. Para mí era muy divertido, pero por desgracia ya no existe“.
La escena, descartada seguramente para recortar la duración de la película, que también debía dividirse en cuatro partes para emitirse en formato serie, no acabó creándose siquiera. Pero aún hay esperanzas ya que, ahora que la serie ha vuelto, es posible que veamos los gags que tenían en mente sus creadores adaptados en algún que otro episodio de una futura temporada.
