Aunque suena a leyenda urbana, el nombre de ‘Final Fantasy’ se creó por dos situaciones que estaban pasando al mismo tiempo. Por un lado, Hironobu Sakaguchi, creador del juego, se lo había dado como última oportunidad para triunfar en la industria antes de volver a la universidad. Por otro, el de la propia Square, que estaba al borde de la bancarrota si el juego no funcionaba. Paradójicamente, 36 años después estamos un poco en las mismas.
The real Final Fantasy
Y estaréis pensando “¿Pero cómo, si cada ‘Final Fantasy’ ha sido un éxito?”. La respuesta está en que los éxitos son relativos. ¿Compensa un juego de éxito si tras él hay decenas de proyectos que quedaron a medias y otros que no recuperaron la inversión? El concepto general de la marca está bastante empobrecido y el fracaso de la decimosexta entrega de la saga no ha ayudado a calmar las aguas precisamente.
Desde el lanzamiento de ‘Final Fantasy XVI’ hasta ahora, la empresa ha perdido 2000 millones de valor, pero no debemos mirar a ese juego como su único motivo para la preocupación: el amontonamiento de los juegos para móvil repletos de microtransacciones se mezcla con el fracaso absoluto de juegos como ‘Forspoken’ o ‘Marvel’s Avengers’.
De hecho, después de estar un tiempo actualizándose, el juego de los superhéroes cierra su versión online sin que nadie en el bando de los jugones se queje demasiado. La idea de Square Enix para hacer frente a estos bandazos es bajar el número de títulos pequeños y centrarse en los de gran presupuesto que pueden mejorar sus ganancias. O, eso no lo dice, hundirles en la miseria de manera definitiva.
El fallo de la empresa, se asegura, está en su propia concepción: en Square, los juegos se ponen bajo el mando de un solo productor que escoge absolutamente todo del mismo. Es la visión de una persona, y eso lleva a una falta de organización aparentemente alarmante. Es posible que después de tantas fantasías finales haya llegado la hora… de poner final a la fantasía.
