En muchas ocasiones, las películas de terror pierden su encanto ante interpretaciones que no están a la altura de lo sucedido. Asesinos a los que no te crees en ningún momento, reacciones extrañas por parte de las víctimas, decisiones que te hacen llevarte las manos a la cabeza… son muchos los problemas que arrastra este cine en lo que a realismo respecta.
Sin embargo, desde hace años se emplea en muchas producciones una técnica que ayuda a que las actuaciones sean más realistas: asustar de verdad. Si no sabes por dónde te puede venir el susto, tu reacción será real cuando lo recibas, y esto es precisamente lo que ha utilizado el director Kenneth Branagh en su próxima película que también protagoniza: Muerte en Venecia.
Una técnica que siempre funciona en el cine de terror
Misterio en Venecia es la tercera parte de las adaptaciones de las aventuras de Hércules Poirot. Después de triunfar con Asesinato en el Orient Expréss y Muerte en el Nilo, el director vuelve a enfundarse en el papel del detective más popular de Agatha Christie con esta adaptación que promete ser muy distinta a las anteriores.
¿Y por qué se diferenciará tanto del resto? Básicamente, por su tono. Mientras las anteriores películas contaban con el misterio como nexo de unión, en esta ocasión el género transgrede hasta pasarse al terror, en un marco incomparable como es la ciudad de Venecia en plena posguerra.
En un vídeo promocional de la película, el propio Branagh comenta cómo hizo que sus sustos fueran más realistas. “Los actores no sabían lo que sucedería. No sabían nada sobre lo que hicimos con las luces, el viento, las puertas abriéndose…“. Por lo que parece, el resultado de esto es bastante satisfactorio, aunque deberemos esperar hasta el próximo 15 de septiembre para verlo en cines.
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