Tyler Clark, director de asuntos gubernamentales estatales y locales de Microsoft, ha declarado esta semana a los legisladores de Pensilvania, en Estados Unidos, que “no es consciente” de la posibilidad de que la inteligencia artificial generativa pueda desarrollar sensibilidad y suscitar algún peligro.
“Esto no es nuevo para Microsoft”, dijo el ejecutivo de la compañía. “Los humanos tienen que guiar esta tecnología y eso es lo que nos comprometemos a hacer de forma segura y responsable”.
La respuesta de Clark llega después de que los legisladores de la Comisión de Política de la Mayoría de la Cámara de Representantes le presionaran sobre la teoría de la singularidad tecnológica, que postula que la inteligencia artificial superará las regulaciones humanas y dejará a la sociedad a su antojo.
Aunque suene como el argumento de una novela distópica, investigadores y responsables políticos reconocen la posibilidad, aunque no inevitable ni del todo negativa. “Lo que más temo no es la IA o la singularidad, sino la fragilidad humana”, afirma el doctor Nivash Jeevanandam, investigador principal y autor del Portal Nacional de IA de la India, en un artículo publicado por Emeritus.
Jeevanandam afirmó que es posible que los humanos no se den cuenta de que la singularidad ha llegado hasta que las máquinas rechacen la intervención humana en sus procesos. “Este estado de singularidad de la IA será permanente una vez que los ordenadores comprendan lo que tan a menudo tendemos a olvidar: cometer errores forma parte del ser humano”, dijo. Por este motivo, los expertos creen que los responsables políticos deben intervenir con una regulación estricta para evitar consecuencias éticas no deseadas.
El doctor Deeptankar DeMazumder, físico y cardiólogo del Instituto McGowan de Medicina Regenerativa de Pittsburgh, afirma que, aunque utiliza la IA con responsabilidad para predecir mejores resultados sanitarios para los pacientes, está de acuerdo en que existe un lado oscuro que crece sin freno, amplificando a veces la desinformación o creando peligrosas cámaras de eco.
“Me gusta que Amazon sepa lo que quiero comprar… es muy útil, no me malinterpreten”, dijo a la comisión. “Al mismo tiempo, no me gusta que cuando estoy viendo las noticias en YouTube intente predecir lo que quiero ver… este es el punto en el que se necesita mucha regulación”.
