Valoramos poco lo que en su día fue GI Joe. Creada en 1964, en una América en paz que se sentía vencedora de la II Guerra Mundial, la línea de juguetes empezaron siendo cuatro muñecos basados en las diferentes ramas del ejército y, muy poco después, acabaron desechando el realismo para luchar junto a un guerrero biónico (Atomic Man) y luchando contra el el Comandante Cobra. Vendieron lo indecible en todo el mundo, expandieron el patriotismo americano por Europa y, a día de hoy, gracias a las películas, aún siguen en la cresta de la ola.
Dios bendiga la censura
Tanto, que las figuritas siguen vendiéndose (más dirigidas a coleccionistas que a niños) y su cameo en la última película de ‘Transformers’, anticipando un Hasbro-verso, dejó muy claro que nadie se había olvidado de ellos. De hecho, además de la famosa serie de los 80, ha habido varias hasta bien entrado el siglo XXI, aunque ninguna ha superado a aquellos episodios de animación limitada, tramas repetitivas y que nos comíamos con patatas.
Lo curioso es que antes de las figuritas hubo un cómic en 1942 dentro de la revista bélica ‘Yank’, destinada a los soldados estadounidenses en la guerra. Dave Breger fue su creador, aunque la cosa no duró mucho, porque enseguida fichó por otra empresa para cubrir sus experiencias como enviado especial a Reino Unido. A partir de ahí, ‘GI Joe’ pasó por todo tipo de guionistas, dibujantes y guerras, desde la de Corea hasta su lucha ficticia contra Cobra.
Pero la colección de cómics principal empezó en septiembre de 1983 editada por Marvel. En aquel número, guionizado por el mítico Larry Hama, hubo un diálogo dedicado a aumentar el sentimiento patriótico: “Somos soldados… Nuestro trabajo es seguir órdenes… hacer lo imposible, y que parezca fácil”. El problema es que Hama no había escrito eso pero sufrió la censura de Marvel de manera unilateral. Ahora, en su reedición cuarenta años después por fin va a tener el (mucho mejor) diálogo que escribió.
“Somos soldados… nuestro trabajo es hacer lo impensable… y ser olvidados”. Un momento clave que por fin aparece sin alterar, una espinita que el autor tenía clavada después de aguantar 300 números posteriores a pico y pala. “Esta es la razón por la que nunca reescribo ningún guion que llega a mi oficina. Siempre le doy a los guionistas la opción de reescribirlos ellos mismos. Lo mismo hago con el arte. Siempre he odiado cuando veo cabezas redibujadas que no se parecían lo más mínimo al estilo original. Creo que esta es una cortesía que raramente se da estos días”, ha confesado el autor, que terminó su obra en 2022 tras 16 años de hiato. ¿Quién dijo que GI Joe estaba pasado de moda?
