Se nos juró que la IA se utilizaría para ayudar a los artistas y que tuvieran más tiempo libre para perseguir su verdadera pasión. Y, por supuesto, a la hora de verdad, para lo que ha servido es para que las empresas prescindan directamente de ellos. ¿Por qué contratar a alguien que tarda veinte días en hacer un póster, si la maquinita lo hace en veinte segundos? Sí, los personajes tienen seis dedos, el fondo se ve borroso y hay un par de plagios obvios, pero a ver a quién le importa teniendo rapidez en el capitalismo.
Y ahora, vídeos
La sorpresa de ayer fue que, además de imágenes copiadas y texto infamemente soso, la IA ahora también puede crear vídeo. Pero no cualquier vídeo: tal y como lo hemos visto, y al menos de momento, lo que crea es simple y llano contenido. De ese que puedes ver mientras ojeas el móvil, perfecto para fregar los platos, ideal para no prestarle la más mínima atención. Igual que nuestros padres tenían el ‘Sálvame’, vaya. Vídeos sin ningún tipo de intencionalidad para techies con ínfulas que ignoran el arte para crear, pues eso, simple y llano contenido.
Y el contenido en sí no tiene nada de malo. Cada año nos tragamos cientos y cientos de horas de entretenimiento simplón que no aporta absolutamente nada. Series, películas, videojuegos, cómics y libros de usar y tirar se acumulan constantemente en nuestras listas de cosas que hacer en nuestro tiempo de ocio. Lo que nos deberíamos plantear es si realmente queremos más contenido de manera continua, como un grifo infinito de continuaciones creadas por una máquina.
No es que los escritores de ciencia-ficción no nos avisaran desde hace décadas de que dejar nuestro ocio y nuestro destino en las manos de las máquinas era una mala idea. Y sin embargo, cuando ha llegado la oportunidad, no son pocos los que ya han desechado a los autores humanos para abrazar la infinita mediocridad de la IA, que, a su vez, nada sería sin el ingenio humano. Una fotocopia clareada sin gracia, genio ni arte.
Llegarán las regulaciones, claro. Y los incrementos de precio de las empresas de IA. Y algún país que se salte los papeleos y ofrezca millones de mediocridades a coste cero, como un continuo ejecutor de vídeos de YouTube de bebés bailongos. Vídeos infinitos basados en algo creado por la mano humana que solo son capaces de copiar, pero en ningún momento de convencer o de proponer giros interesantes. Puro contenido para tener de fondo mientras miras el meme de moda en Twitter.
¿Y qué pasará cuando la IA generativa en vídeo mejore su calidad y pueda ser mostrada como prueba en juicios? ¿Cómo distinguiremos la realidad de la ficción? Sí, tecnológicamente es un logro increíble. Éticamente, no tanto. Nos guste más o menos, nos llamen más o menos “luditas”, hay que poner puertas al campo urgentemente antes de vivir en un estado de paranoia continua en el que la IA manche aún más el barrizal en el que estamos. Las consecuencias pueden ser devastadoras. Y no, tú no estás libre de ellas.
