Salen juegos todos los días. Pocos consiguen destacar. Es normal en un mercado tan saturado, donde la prescripción es particularmente importante. Quitando los juegos AAA, que tienen toda la publicidad del mundo, es difícil seguir la mayor parte de lo que ocurre en la industria. O siquiera en una pequeña parte de ella.
Entre esos juegos que han podido pasar más desapercibidos está Children of the Sun. Un juego que, a pesar de ser lo nuevo de Devolver Digital, no ha hecho tanto ruido como otros juegos de la más famosa de las distribuidoras indies. Lo cual es una pena. Porque Children of the Sun es un juego sensacional que, además de ser una absoluta delicia de jugar, es una maravilla de la estilización artística.
La premisa de Children of the Sun es muy sencilla. Tan sencilla como siniestra. Somos La Chica, una tiradora demente, que busca asesinar a todos los miembros de una secta. Su razón es porque sus padres, miembros de la secta, ahora están muertos a causa de la misma. Y La Chica ha decidido que se abrirá camino hasta su líder. Una bala cada vez. Muchos cadáveres por cada bala.
Mecánicamente, el juego es sencillo. Podemos movernos a izquierda y derecha en una línea recta, alejados de donde están situados los miembros de la secta. Podemos apuntar, señalarlos, y ponernos en un lugar óptimo. Cosa que debemos hacer, porque independientemente de cuántos enemigos haya, tenemos una sola oportunidad. Y una única bala.
Esto es así porque cada vez que nuestra bala impacte contra un enemigo o un obstáculo, podremos redirigirla. Eso hace que tengamos que ir encadenando enemigos con enemigos, esquivando obstáculos, e intentando aprovechar los pocos objetos o criaturas donde no perderemos la bala. Como por ejemplo un pájaro. O el deposito estallando de un vehículo en la escena del crimen.
Children of the Sun es más un juego de puzles que un shooter. Dado que es posible modificar ligeramente la dirección de la bala en el aire, el juego trata de intentar encontrar siempre el mejor ángulo. La mejor posición. Pero también algo que no tenemos que tener en consideración del mismo modo en otros juegos: cómo encadenar a todos nuestros enemigos. Sólo tenemos una bala y tenemos que asesinar a todos nuestros enemigos. Y en el momento que uno muera, todos los que estén alrededor, serán conscientes de que hay un tirador en las proximidades.
Eso significa que hay un punto de habilidad, uno de estrategia y otro de táctica. Hay que planear bien lo que haremos, pero es importante también improvisar, porque no sabemos exactamente qué hará cada uno de nuestros enemigos. Haciendo que exista múltiples maneras de resolver cada situación. Muchas de ellas imprevistas.
Parte de su interés, también, radica en que conseguiremos más o menos puntos según cómo abordemos cada situación. Golpear en puntos vitales da más puntos, como lo hace conseguir acabar la fase lo más rápido posible, o utilizando las menos redirecciones posibles. Eso hace que si bien funciona como puzzle, funciona incluso mejor como juego arcade. Picarnos con nuestras puntuaciones, las de nuestros amigos, o la tabla de clasificación de Internet, acaba dándole una capa de profundidad extra al juego.
Si a todo eso añadimos su excelente dirección de arte y lo sobresaliente de su banda sonora, es fácil de entender porqué este juego está llamado a convertirse en un juego de culto. La clase de juegos de los cuales se habla con respeto y amor por partes iguales.
Por desgracia, también es fácil ver porqué puede llegar a ser pasado por alto. Es un juego muy singular, que no se parece a ningún otro juego ahí fuera, y que si bien es muy llamativo, no es una apuesta segura. Por eso no podemos hacer otra cosa que recomendarte que le eches un vistazo. Porque si hay un juego de lo que llevamos de año que corre el riesgo de pasar desapercibido, pero puede ser tu nuevo juego favorito, ese es Children of the Sun.
