Peter Molyneux es conocido hoy por ser el mayor vende humos de la industria del videojuego. Aunque es cierto que ha trabajado en juegos revolucionarios y claves para el medio como Populous, Theme Park o Dungeon Keeper, desde hace al menos una década, todas sus declaraciones e intentos de hacer algo nuevo han resultado en pifias monumentales que sólo han servido para demostrar que o bien no entiende o bien no le interesa hacer un videojuego, sino una caja sorpresa. Algo que le permita vender la idea de una gran innovación sin realmente tener que esforzarse en inventar algo de verdad. Ahora, en una entrevista con GameReactor, ha reaparecido para volvernos a prometer «un juego nunca visto antes».
Lo sorprendente es que, en vez de vendernos alguna clase de fantasía, ha decidido hacer lo contrario. Ha admitido que aun sintiéndose tentado a decir que es el juego más brillante del mundo y que va a revolucionar los videojuegos y el diseño de videojuegos, no piensa decirlo. Lo que sí ha dicho es que es el primer juego desde el mítico Black & White donde ha ejercido de programador. Algo que sucedió en 2001.
Eso nos hace ser optimistas sobre el juego, pero la realidad es que, desde que dejó Microsoft en 2012, lo único que ha hecho Molyneux es vendernos humo de manera sistemática. En 2012 lanzó Curiosity: What’s in the Cube, un juego colaborativo que parecía más un chiste que un juego; Godus, un simulador de ser dios muy inferior al ya mentado Black & White y que lleva en early access desde 2013; y The Trail: Frontier Challenge, un juego de aventuras que salió en 2017 sin pena ni gloria. Algo problemático cuando, desde 2012, no ha parado de vendernos Molynexus que su siguiente juego, esta vez sí, iba a ser una vuelta a sus raíces. A las obras maestras que firmaba en el pasado.
Eso no quita que, el hecho de que se esté demostrando comedido, que diga estar inspirándose en Fable, Black and White y Dungeon Keeper, y que llevan cinco años trabajando en el concepto del juego, pero que no quiere contar todavía nada sobre el juego, nos haga tener esperanzas. Quizás seamos ingenuos. Quizás queramos tener fe en un hombre que nos ha dado tantos buenos juegos. Pero aunque Molyneux nos ha vendido mucho humo, algo es un hecho: la última vez que estuvo involucrado en programar y no sólo en vendernos la moto, el resultado fue una obra maestra.
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