Desde que se anunció la serie en Disney Plus, todos tuvimos muy claro que Ahsoka iba a ser una de las principales ficciones de Star Wars hasta la fecha. Después del éxito de The Mandalorian y de trabajar en las series animadas The Clone Wars y Rebels, Dave Filoni quería hacer su propia serie como showrunner, y esta no podía ser otra que Ahsoka.
El creador de la Jedi tenía claro que su historia iba mucho más allá respecto a lo que había abarcado hasta el momento, así que tenía que seguir contando su historia. Pero ¿por dónde iba a tirar? ¿cuál iba a ser esta nueva aventura que explicaría lo que sucede con Ahsoka Tano? Desde luego, tenía muchas vías por las que tirar, pero ha acabado tomando una de las más difíciles, y es que en Ahsoka estamos viendo el futuro directo de Star Wars.
La decisión más importante de Sabine Wren
En los dos primeros episodios de Ahsoka, nos dimos cuenta que no iba a ser solo una serie de la Jedi, sino que también iba a compartir protagonismo con Sabine Wren, su discípula a la que pudimos conocer bien en Rebels. Pero, como el nombre de la serie indica, Wren es mucho más rebelde que cualquier otro personaje, y al igual que Ahsoka cuando era más joven —ahora se ha convertido en una sabia a la que hay que seguir sin dudar—, no está dispuesta a pasar por ciertos aros.
El tercer capítulo ya vimos todo lo que esto podía suponer. Su poca paciencia y disciplina hacía que Wren tuviera puntos débiles que los enemigos podrían aprovechar, y a pesar de ser una gran luchadora, esto podría irle en su contra. Pero ¿en qué ha derivado todo esto? El cuarto episodio de la serie de Disney Plus nos lo ha mostrado.
El episodio comienza como lo dejó el anterior; con la llegada de Ahsoka y Sabine Wren, acompañadas por su droide, al planeta en el que los villanos Shin Hati y Baylan Skoll planean su viaje al rescate del Gran Almirante Thrawn. Después de robarles el mapa, están a punto de conseguir su objetivo: liberar a Thrawn y traer de nuevo al Imperio Galáctico.
El objetivo de Ahsoka y Sabine Wren no es otro que pararle los pies, quedarse con el mapa y llegar antes que ellos. Y ya no solo para pararle los pies a Thrawn, sino también para rescatar a Ezra Bridger, perdido junto a él. Pero Ahsoka, al principio del capítulo, ya advierte a Wren de que no debe caer en la tentación. Si llegados el momento están perdiendo, deberá destruir el mapa, ya que es mejor no rescatar a Bridger que liberar a Thrawn.
Todo esto se lo toma Wren de mala gana y, por supuesto, llega el momento decisivo. A lo largo del episodio, Ahsoka combate contra Baylan Skoll mientras Sabine hace lo propio con Shin Hati. Pero, por desgracia, ninguna tiene demasiado éxito. A Wren se le hace bola no dominar la Fuerza, su cuenta pendiente como Jedi. Y Ahsoka no consigue vencer a tiempo a Skoll, lo que termina con una diatriba muy interesante: Wren tiene el mapa en sus manos y debe destruirlo antes de que los villanos se hagan con él, pero ¿qué ocurre?
Pues lo que debía ocurrir: Ahsoka es derrotada, cayendo por un precipicio, y Sabine Wren es tentada por Baylan Skoll. El Sith le ofrece llevarle junto a Ezra Bridger si no acaba con el mapa… y la tentación es más fuerte que ella. Finalmente, los villanos se salen con la suya y Sabine cae en la tentación de la Fuerza. Con todo lo que esto puede conllevar.
Por supuesto, más que una decisión final parece algo momentáneo que pondrá en jaque a las protagonistas de la serie. Además, Ahsoka Tano no ha perdido del todo. Cuando cae por el precipicio, recibe la visita onírica de Anakin Skywalker, en un regreso increíble de Hayden Christensen. ¿Qué le dirá su antiguo mentor? ¿Cómo lo superará todo? Lo veremos en el próximo episodio.
En rasgos generales, el cuarto capítulo de Ahsoka ha demostrado tener una gran fuerza en la acción y la estética, aunque a nivel de trama siguen fallando algunas cosas. La decisión de Sabine Wren no parece del todo lógica, y es tan importante que esto puede verse como un gran fallo. Aun así, puede que esto se justifique mejor en el futuro.
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