Starfield está triunfando en su periodo de venta anticipada. El último título de Bethesda, los padres de Skyrim, ha cosechado grandes valoraciones en casi todos los medios, obteniendo un 88 de media entre la crítica especializada.
De momento, solo han podido jugar a Starfield los poseedores de una edición Premium o Constellation, además de la prensa y diversos influencers, quienes reciben códigos del juego para hacer sus análisis. El resto de los usuarios deberá esperar al 6 de septiembre, cuando se lanza oficialmente el juego.
Pero, por mucho que la compra de Bethesda por parte de Microsoft fuera básicamente una de las mayores noticias de la industria de la última década, se ve que hay algunas personas bastante despistadas que todavía no se han enterado de que Starfield es un juego exclusivo de Microsoft en consolas.
Matt Frary, el director de relaciones públicas de Bethesda, comentó este pasado fin de semana que algunos críticos le pidieron por privado códigos de Starfield para PlayStation 5, una consola que, a menos que ocurra un milagro (en el sentido literal), no recibirá jamás este juego desarrollado por el estudio propiedad de Microsoft.
“Ahora que es fin de semana… un saludo al pequeño puñado de críticos que pidieron un código de PS5 de forma no irónica. Puede que no haya respondido, pero que sepáis que me habéis hecho reír”, decía Frary en su cuenta de Twitter.
Precisamente la exclusividad de Starfield en las consolas de Microsoft ha sido objeto de disputa estos días entre muchos usuarios de Internet, que esgrimieron el juego como arma en una guerra de consolas absurda que no beneficia a nadie.
La situación llegó hasta tal extremo que varios analistas de medios especializados, como Alejandro Castillo de MeriStation o Paula García de Eurogamer, han recibido todo tipo de insultos e incluso amenazas de muerte durante estos días por las “bajas notas” que asignaron a Starfield en sus análisis.
Una situación ridícula y completamente tóxica que no tiene cabida en una sociedad donde existe la libertad de expresión.
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