La NASA y el ejército estadounidense planean lanzar una nave espacial de propulsión nuclear a la órbita terrestre a finales de 2025 o principios de 2026. Sí, suena brutal y es que lo es.
El proyecto, conocido como DRACO (Demonstration Rocket for Agile Cislunar Operations), pretende probar en el espacio la propulsión térmica nuclear (NTP), una tecnología potencialmente revolucionaria que podría ayudar a la humanidad a establecerse en Marte y otros mundos lejanos.
La nave espacial DRACO será desarrollada y construida por Lockheed Martin, el mayor contratista militar del mundo.
Conquistar las estrellas a golpe de nucleares
DRACO no es algo nuevo. La Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa de EE. UU. (DARPA) inició el programa en 2021, y la NASA subió a bordo a principios de 2023.
La implicación de la NASA no debería sorprender; el interés de la agencia por la tecnología NTP se remonta a mucho tiempo atrás. Por ejemplo, la NASA se propuso lanzar una misión tripulada a Marte a bordo de una nave espacial de propulsión nuclear en 1979, a través de un programa llamado NERVA (Nuclear Engine for Rocket Vehicle Application). El programa NERVA se canceló en 1972.
La NASA sigue apuntando a Marte, con el objetivo de llevar astronautas allí a finales de la próxima década o principios de 2040. Y sigue considerando la propulsión térmica nuclear como un avance clave que podría hacer más alcanzable este objetivo, al reducir el tiempo de viaje hacia y desde el Planeta Rojo.
Cómo funciona una nave con un reactor nuclear
Los cohetes térmicos nucleares llevan pequeños reactores de fisión, que liberan cantidades increíbles de calor al dividir átomos. Este calor se aplica a un gas propulsor que se expande y se envía al espacio a través de una tobera para crear empuje.
Este proceso es distinto del empleado por los generadores termoeléctricos de radioisótopos (RTG), tecnología nuclear que ha estado volando a bordo de sondas desde los primeros días de la era espacial. Los RTG no proporcionan propulsión, sino que aprovechan el calor de la desintegración radiactiva para generar electricidad, que luego alimenta instrumentos, motores y otros equipos de la nave espacial.
En anteriores actualizaciones de DRACO, DARPA y la NASA afirmaron que su objetivo era lanzar la primera demostración espacial del programa en 2027. Sin embargo, es posible que el calendario se haya adelantado; el plazo de lanzamiento previsto en estos momentos es finales de 2025 o principios de 2026.
La nave espacial se dirigirá a una órbita relativamente alta alrededor de la Tierra, probablemente entre 700 y 2.000 kilómetros, según explicaron los miembros del equipo durante la sesión informativa de hoy.
Desde esa altitud, el demostrador DRACO tardará al menos 300 años en volver a la Tierra por arrastre atmosférico, tiempo suficiente para garantizar que todo su combustible nuclear se gaste cuando descienda.
El equipo de la misión también se esforzará por garantizar la seguridad durante el ascenso: El motor nuclear del vehículo DRACO sólo se activará cuando alcance la órbita.
Durante el lanzamiento, el motor estará equipado con un “cable venenoso”, un trozo de metal que absorbe los neutrones, impidiendo que inicien una reacción en cadena. Según los miembros del equipo, el cable venenoso actúa de forma similar a las barras de control de los reactores nucleares terrestres.
Y, muy importante: el dinero. Los contratos adjudicados a Lockheed y BWX Technologies por su trabajo en DRACO tienen un valor total de 499 millones de dólares, siempre que se alcancen todos los objetivos. La mitad del dinero procederá de DARPA y la otra mitad de la NASA. Marte es el objetivo.
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