Apple fue muy clara con sus intenciones durante el evento Wonderlust. La empresa afirmó que pretendía anular por completo su huella de carbono para 2030. Sin embargo, este afán por cuidar del planeta no parece abarcar otro de los grandes problemas de Apple: la escasa (y a veces incluso nula) posibilidad de reparación que poseen sus productos.
La obsolescencia programada sigue siendo una enorme piedra a superar en el camino hacia el cuidado del medioambiente y la defensión de nuestros derechos como consumidores. Es de sobra conocido cómo las empresas fabrican productos que dejan de ser funcionales tras un tiempo, con el único fin de que el público siga consumiendo sin parar. Aunque lo cierto es que, actualmente, ni si quiera hace falta crear malos productos. El marketing y la necesidad de llevar lo último bajo la amenaza del FOMO (el miedo a estar desconectado) son más que suficientes para hacerte cambiar de móvil cada dos años, aunque este funcione como el primer día.
Por esto y mucho más, el público ha estado reivindicando su derecho a reparar, algo que para los que poseen dispositivos de Apple ha supuesto una completa odisea. Y es que la compañía nunca se lo ha puesto fácil a sus usuarios. Tan solo tienes que analizar productos como los iMac Pro y MacBook Pro de 2018, los cuales son prácticamente inaccesibles (a no ser que pertenezcas a la propia Apple o que seas un técnico autorizado). También es conocido que desde 2016, Apple ha soldado en la mayoría de sus Macs los SSD a la placa base.
Años más tarde, la compañía accedió en 2021 a ofrecer a piezas de recambio oficiales para que los consumidores pudiesen reparar por si mismos dispositivos como el iPhone. Pero hasta aquí podemos leer. A día de hoy, cualquier persona que se atreva a toquetear un producto de Apple se encontrará con barreras de software que les impedirán repararlos, aunque el hardware se encuentre en perfectas condiciones.
Esto se ha vuelto aún más palpable con el lanzamiento del iPhone 15. Tal y cómo iFixit pudo comprobar, el iPhone 15 se encuentra plagado de dichos bloqueos, los cuales provocan la aparición de mensajes alertando de “pérdidas de funcionalidad” si no se colocan piezas oficiales de Apple.
Poder reparar nuestros dispositivos libremente repercute de forma positiva en el cuidado del planeta y en nuestro bolsillo. Aunque Apple dice creer en ellos, sus acciones siguen dictando otra cosa. La lucha por el acceso universal a la reparación aún no ha terminado y la presión ejercida por consumidores, activistas y reguladores es decisiva.
