El AI Pin, un dispositivo portátil con inteligencia artificial creado por exejecutivos de Apple, ha generado críticas negativas pese a las grandes expectativas que existían en un principio. Desarrollado por Humane, el AI Pin ha sido concebido como un broche cuadrado que puede responder preguntas, tomar fotos y vídeos, y enviar mensajes, y se publicitó como una reinvención de la relación humano-tecnología.
Sin embargo, la crítica tecnológica lo ha denostado. El caso más prominente ha sido el del youtuber Marques Brownlee, que lo calificó como “el peor producto que ha revisado”. Un precio de salida de 699 dólares, más una suscripción mensual de 24,99 dólares, y su limitada disponibilidad (solo se vende en los Estados Unidos) han sido otras de sus críticas más relevantes.
El AI Pin carece de pantalla y no puede sincronizarse con smartphones existentes ni tiene aplicaciones personalizadas. A pesar de la proyección de imágenes en la mano y el control gestual básico, su utilidad se ve comprometida por una serie de fallos. Otros críticos, como David Pierce de The Verge y Joanna Stern de The Wall Street Journal, han señalado la escasa duración de la batería y el sobrecalentamiento del dispositivo mientras se usa.
Aunque Humane ha recaudado una financiación considerable para su desarrollo, no ha respondido directamente a las críticas, pero Sam Sheffer, responsable de nuevos medios de la compañía, reconoció en Twitter que el software “no estaba donde tenía que estar”. La empresa promete futuras actualizaciones en verano.
Analistas como Francisco Jerónimo, de IDC, ven el AI Pin como un dispositivo intrigante pero carente de sentido desde la perspectiva del usuario final, y temen que este fracaso sea indicativo de un problema mayor en la industria de la inteligencia artificial. Bethany Bongiorno, cofundadora de Humane, reconoce que queda trabajo por hacer, pero insta a seguir adelante a pesar de la mala prensa.
En última instancia, el AI Pin plantea muchas dudas sobre el futuro de los dispositivos inteligentes y si realmente pueden competir con los smartphones. Aunque su fracaso inicial sugiere que aún no se ha encontrado la respuesta, la industria sigue buscando soluciones innovadoras, con la esperanza de que algún día puedan cumplir las promesas de la IA en el ámbito del hardware.
