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Aquella época en la que había más cómics de amor y romance que de superhéroes

¿Superman o Superbeso?

Aquella época en la que había más cómics de amor y romance que de superhéroes
Randy Meeks

Randy Meeks

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Todo son superhéroes hoy en día. Sí, no solo en el cine, también en las estanterías de las tiendas de cómics, desde Superman hasta Spiderman pasando por Gwenpool, el Escuadrón Suicida y hasta las Tortugas Ninja. Sin embargo, hubo un periodo, entre los años 40 y los 60, donde los hombres musculados y con lycra pasaron a un segundo plano: los cómics estaban dominados por mujeres enamoradizas, hombres bien plantados y terribles rivales amorosas. Esta es la historia del auge (y caída) del cómic romántico.

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Se acabó la guerra, a besarnos

Antes de que Marvel empezara a cambiar el mundo superheroico con ‘Los cuatro fantásticos’, DC ya dominaba el mercado con Superman, Batman, Linterna Verde y compañía, unos cómics que, en la II Guerra Mundial, se convirtieron en adalides de un bando, héroes que luchaban mano a mano con los soldados. Funcionaban bien, se vendían como un tiro… pero, llegado un momento, la guerra terminó, y los superhéroes empezaron a quedarse vetustos muy rápido.

Los soldados habían vuelto a casa, los suburbios estadounidenses se empezaron a llenar de gente y a nadie interesaba ya el recuerdo de la guerra. Por eso, en 1947, Joe Simon y Jack Kirby (creadores siete años antes del Capitán América) se pusieron a hacer algo muy distinto a lo que tenían acostumbrado: un cómic de amor titulado ‘Young Romance’ en cuya primera portada un hombre tenía una doble vida liado con la hermana de su prometida (“Pero, querido… ¡Jane es una niña! ¡No tiene el fuego para encender la llama de tu genialidad! ¡Me necesitas, John!”).

Fue un bombazo y en menos de lo que cualquiera podría pensar ya estaba vendiendo más de un millón de ejemplares mensuales. El éxito fue tal que todas las editoriales empezaron a copiar la idea: cuatro o cinco historias de seis páginas con una grapa, con un erotismo más o menos sutil, y ya estaba el negocio hecho. ‘My life’, ‘Girls’ Romances’, ‘I love you’, ‘Just married’, ‘Teen-age romances’… En total se llegaron a publicar 150 cómics al mismo tiempo en una América que pronto se iba a subyugar al código de conducta en los cómics, que los hundiría.

A mediados de los 60 las mujeres estadounidenses habían cambiado: nació el movimiento feminista, el erotismo y el cambio social hicieron obsoletos unos tebeos que siempre acababan con la chica besando al chico (aunque hubiera hecho mil y una tropelías), preferiblemente con un anillo de matrimonio por el medio. Marcaron época, claro: por ejemplo, el artista Roy Lichtenstein ha basado su obra en viñetas engrandecidas sacadas directamente de estos cómics y algunos de los personajes de aquella época, como Patsy Walker, acabaron reconvertidos en superheroínas (es más conocida como Gata Infernal).

Hoy por hoy no queda mucho de aquella época: ha habido intentos de resucitar los cómics de amor e incluso colecciones como ‘Strangers in paradise’ han jugado de manera maestra con la dualidad entre el romance y el misterio, pero aquella época kitsch ya pasó. Y si conseguís leer alguno de estos ejemplares, dejad que añada: por suerte.

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Randy Meeks

Redactor especializado en cultura pop que te escribe en webs, revistas, libros, redes sociales, guiones, cuadernos y servilletas si no hay más sitios donde dar la chapa

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