En el sereno y majestuoso entorno del Chattahoochee River National Recreation Area, en Georgia, una caminata matutina se convirtió en un escenario de supervivencia para Mike Menand, un apasionado excursionista. Unos acontecimientos que, aunque simples, nos lleva a reflexionar sobre cómo la tecnología se ha convertido en un salvavidas inesperado.
Un desenlace feliz gracias a una llamada muy oportuna
La jornada de Menand comenzó, tal como recogen en Fox5 Atlanta (vía 9to5mac) como cualquier otra de sus aventuras al aire libre. Acompañado de sus dos fieles perros, se adentró en el corazón del parque, disfrutando de la naturaleza y la tranquilidad que ofrece el paisaje. Sin embargo, la serenidad se vio abruptamente interrumpida cuando sus perros, alertados por la presencia de un coyote en la lejanía, se asustaron y, en un acto reflejo, derribaron a Menand, arrastrándolo fuera del sendero.
Este evento desencadenó una serie de circunstancias críticas. Menand, inmovilizado y en un dolor insoportable, se encontró incapaz de alcanzar su teléfono, aprisionado bajo el peso de su propio cuerpo. Fue entonces cuando un discreto, pero poderoso aliado tomó las riendas: su Apple Watch. El reloj, equipado con una función de detección de caídas, reconoció inmediatamente la gravedad de la situación y activó una llamada a los servicios de emergencia.
Menand, con una pierna rota pero ya en proceso de recuperación, reflexionó más tarde sobre la fortuna de llevar puesto el reloj de Apple. “No hay forma de saber cuánto tiempo habría estado tendido allí”, recordó. La función de detección de caídas del Apple Watch funciona detectando caídas bruscas. Si el usuario no descarta la alerta dentro del minuto siguiente a la caída, el reloj llama automáticamente a los servicios de emergencia, anuncia la situación y notifica también a los contactos de emergencia, proporcionando incluso un mapa con la ubicación de la persona en el momento de la caída.
La importancia de este dispositivo se hace más evidente al recordar un suceso trágico ocurrido solo un mes después de la caída de Menand. Otra excursionista sufrió una caída en el mismo parque y, desafortunadamente, no sobrevivió. “Cuando leí eso, pensé que podría haber sido yo”, dijo Menand. En su caso, estaba solo, sin nadie cerca y sin que nadie supiera dónde estaba.
La tecnología que usamos cada día lleva ya varias grandes victorias en su currículum. Un ángel guardián en los momentos más críticos. El Apple Watch de Menand no solo le salvó de horas de sufrimiento o de algo mucho peor, sino que sirve de recordatorio de estar preparados y equipados, incluso en los entornos más pacíficos. En un mundo donde la tecnología está de lleno en nuestras vidas, historias como la de Menand, la de este corredor noruego o incluso la de este accidente de coche, nos muestran cómo pueden ser mucho más que simples accesorios: pueden ser claves en momentos de necesidad.