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Windows 8: una revolución que nadie había pedido

Fabrizio Ferri-Benedetti

Fabrizio Ferri-Benedetti

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El mismo día del lanzamiento de Windows 8, compré la actualización por un módico precio y la instalé en mi portátil, rebosante de esperanza y buenos deseos.

Una hora después me hallaba ante un sistema operativo con doble personalidad: una muy sólida pero relegada a un segundo plano, y otra pensada para tabletas, pero no para un PC.

A continuación te contaré cuáles han sido mis primeras impresiones.

El Escritorio clásico, convertido en un accesorio

A pesar de las criticas que ha recibido, la nueva interfaz Modern UI no es un problema. El problema real de Windows 8 es que el Escritorio clásico ha sido degradado demasiado pronto al rango de utilidad avanzada.

El Escritorio clásico no deja de ser el viejo Windows 7, más estable y rápido, pero con una nueva piel aplanada que le quita toda la personalidad que había conseguido ganar. Y sin botón Inicio. Una humillación en toda regla.

Este es el cuadrado que más pulso en el nuevo Inicio de Windows 8

Despojado de sus rasgos característicos, el Escritorio clásico ha tomado el camino de MS-DOS: un sistema eficaz que, según Microsoft, solo acabarán usando los expertos.

Pero es en el Escritorio clásico donde se ejecutan, por ahora, la gran  mayoría de aplicaciones. Y eso nadie lo puede negar.

Windows 8 pretende convertir un PC en una tableta

En un ordenador tradicional, la experiencia de uso de la nueva pantalla de inicio de Windows 8 se asemeja a enchufar teclado y ratón a una tableta. Se nota desde el principio que es una forma poco óptima de usar la interfaz.

Al igual que ocurre en dispositivos móviles, cada app de Windows 8 ocupa toda la pantalla. Hasta que uno descubre que la rueda del ratón sirve para el desplazamiento horizontal, mover el contenido pasa por usar una casi invisible barra inferior.

La dábamos por muerta, pero Microsoft ha logrado resucitar la barra de desplazamiento horizontal

Para un usuario experimentado, es como regresar a un sistema operativo monotarea, en el que cada aplicación acapara toda la atención y todos los recursos. Lo que tiene sentido en un celular, pero ninguno en un sistema de sobremesa.

La solución de Microsoft para evitar la sensación de sistema operativo lobotomizado es una curiosa barra lateral con miniaturas, una especie de Alt+Tab que se activa pasando el ratón por el borde izquierdo de la pantalla.

Uno se queda con la sensación de que Microsoft quiere acabar con el Escritorio y lanzarse de lleno a la piscina de las aplicaciones universales. Eso estaría bien si ya hubiese un mercado de apps potente. Pero es que no lo hay.

En el entorno profesional, es como trabajar con una Xbox

La gran mayoría del trabajo todavía se lleva a cabo en el Escritorio clásico, pero para llegar a él hay que quitar al nuevo Inicio de en medio y aprender a saltar entre una interfaz y otra. Para un departamento de IT el impacto inicial puede ser desastroso.

Las apps de productividad de Windows 8 tienen un comportamiento errático e ineficiente en un PC de sobremesa. En cuanto al nuevo Office 2013, usarlo en modalidad táctil es un juego de habilidad bastante complejo.

¿Qué mano hace falta para pulsar esos botones en una pantalla táctil de 10 pulgadas?

Para una empresa, pasar a Windows 8 ahora mismo es como reemplazar una estación de trabajo con una Xbox y decirle a un empleado que desbloquee el logro “Llega al Escritorio”.

Un cambio de dirección demasiado brusco y rápido

Microsoft cuenta con que nos acostumbraremos a los cambios. Ha dicho adiós al viejo Windows y desea con todas sus fuerzas que nos subamos a su ecosistema de apps, porque el futuro, lo queramos o no, está ahí.

Mac OS X va en la misma dirección, pero su caso es muy diferente. Apple desarrolló ambos sistemas en paralelo hasta que su mercado de apps fue maduro. Microsoft lo ha lanzado todo a la vez.

En Windows, la revolución se está llevando a cabo desde arriba: los usuarios no han pedido apps en sus escritorios. Si hubiera ya un sistema móvil potente, la integración hubiera sido lógica y gradual.

¿Ayudará Windows Phone 8 a su hermano mayor Windows 8?

En lugar de dos sistemas maduros que buscan puntos de contacto, tenemos un sistema maduro (Windows 7) que se ha visto eclipsado de la noche a la mañana por un recién llegado sin apenas experiencia (Modern UI).

Hasta que la nueva plataforma de apps no se haya consolidado, el salto a Windows 8 difícilmente se puede defender. A mi modo de ver, la salvación de Windows 8 solo puede llegar desde Windows Phone 8. Mejor que se de prisa.

Fabrizio Ferri-Benedetti

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