Hay actores que dejan una huella imborrable en la historia del cine, cuyos nombres quedan grabados en la memoria colectiva y que pasan a ser recordados por papeles que han pasado a ser parte de la cultura popular. Cuando escuchamos el nombre de Marlon Brando, rápidamente se nos eriza la piel al recordarle interpretando a Vito Corleone. Cuando pensamos en Audrey Hepburn, una dosis brutal de elegancia llega en forma de tocado y collar de perlas. Y, cuando pensamos en Tom Cruise… nos viene a la cabeza algo así:
Así:
O… así:
Convertido en el actor de acción por excelencia, a sus 60 años Tom Cruise continúa protagonizando algunos de los momentos más locos del cine actual. Y no solo es que actúe él mismo en las escenas peligrosas —no usa dobles— o que siga llenando las salas con algunas de sus sagas más míticas —Top Gun: Maverick fue un taquillazo brutal, y Misión Imposible continúa como una franquicia de hierro—. Sino que, además, lleva el personaje a su vida privada.
Hace apenas un par de semanas, Tom Cruise ganó el premio a mejor actor en los premios MTV Movie & TV Awards. Y, como no se celebró finalmente la gala por la huelga de guionistas, todos los ganadores enviaron vídeos celebrando el triunfo. Pues solo os digo que este fue el vídeo que envió el bueno de Tom:
Tom Cruise se ha convertido en una leyenda con todas las de la ley, y ya no solo por lo que a su entrega en la acción se refiere. El actor ha trabajado con directores como Stanley Kubrick, Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, Brian de Palma, Paul Thomas Anderson u Oliver Stone. La lista es interminable, así como su ristra de papeles: desde un artista sensible en Magnolia hasta un monstruo clásico en Entrevista con el vampiro. Ha tocado todos los palos y, en general, ha salido bien parado… y aunque la Academia no es su mejor amiga, el público lo ha sido desde siempre.
Con motivo de la siguiente entrega de Misión Imposible, en la que Tom Cruise volverá a interpretar a su personaje más querido Ethan Hunt, repasamos la trayectoria de uno de esos intérpretes que quedarán para la posteridad en la memoria colectiva.
El típico actor camarero
Nacido el 3 de julio de 1962 en Syracuse, Nueva York, Thomas Cruise Mapother IV —un nombre increíble pero que quedaba mejor como como Tom Cruise—, tuvo una infancia marcada por constantes cambios. El actor no lo pasaba demasiado bien: padecía dislexia e iba de arriba a abajo a través de su familia desestructurada, dividida entre Estados Unidos y Canadá. De hecho, el actor vivió durante un tiempo en un convento franciscano de Cincinnati.
Pero lo que salvó a Cruise de acabar mal fue, sobre todo, su pasión por la interpretación. Después de hacer boxeo y recibir una herida de gravedad, se apuntó a teatro, lo que se convirtió rápidamente en algo más que un hobby para él. Tanto es así que, en 1980, se mudó a Nueva York con la intención de triunfar en este mundillo: y lo hizo como todos lo haríamos, comenzando a trabajar limpiando restaurantes en la zona de los teatros y como trabajador de mantenimiento.
Su entereza y dedicación llevaron a Cruise a obtener su primer papel protagónico en la película Risky Business, en 1983, donde interpretó a un joven emprendedor que se sumerge en el mundo del comercio ilegal. El actor ya llevaba dos años apareciendo en largometrajes como Amor eterno, Taps, más allá del honor o Rebeldes (de Francis Ford Coppola). Y aunque en todas interpretaba pequeños papeles, comenzó a ganarse hueco en una industria donde su aspecto particularmente bello le hacía de fácil acceso.
Pero este papel fue solo el comienzo de una carrera impresionante que lo consolidaría como uno de los actores más taquilleros y reconocidos de todos los tiempos. En 1986 comenzó a verse, además, como un gran héroe de acción. Como el icónico protagonista de la película Top Gun, donde daba vida al intrépido piloto de caza Pete “Maverick” Mitchell, Tom Cruise comenzó a ser el protagonista de las carpetas de las jóvenes de todo el mundo. Era un piloto heroico que podía conquistarlo todo, y antes ya se había convertido en un caballero con la curiosa Leyenda de Ridley Scott.
Después de Top Gun, comenzaron a venir todo tipo de papeles que forjaron su leyenda: El color del dinero con Scorsese, Cocktail, Rain Man, Nacido el cuatro de julio, Algunos hombres buenos, La firma… entre finales de los ochenta y principios de los noventa, el intérprete llegó a la cima de Hollywood y se hizo un nombre como el actor con quien todo el mundo quería trabajar. Pero su carrera apenas estaba empezando, y una década no es nada en comparación a lo que llegaría a trabajar.
Misión Imposible y otros saltos sin red
1996 fue el año de Tom Cruise. Aunque actores como Jim Carrey o Eddie Murphy también llevaban a gente a la pantalla, nadie podía compararse con la supremacía Cruise. Ese año estrenó dos de las películas más recordadas de su carrera: Misión Imposible, la épica cinta de Brian de Palma que se convertiría en una franquicia irredenta, y Jerry Maguire, un papel que podría parecer más modesto pero que se convirtió en uno de los más recordados de su historia.
Tom Cruise ya no solo era el jovencísimo guapo que tenía a todas y todos locos, sino que también era un actor muy eficaz que podía ponerse al frente de cualquier tipo de películas. Y, por si no quedaba claro, pronto trataron de recordarlo los mismísimos Stanley Kubrick con Eyes Wide Shut y Steven Spielberg con Minority Report.
Nadie escapaba de los encantos de Tom Cruise, y es de los pocos actores que se adentraron en el siglo XXI del mismo modo que acabaron el XX. El paso de milenio no solo le sentó bien, sino que impulsó aún más su carrera, y pasó de ser una estrella de moda a un actor de primerísimo nivel que nunca falla en sus papeles.
Y es que, detrás de la fachada de héroe de acción, hay un hombre dedicado a su oficio y a su público. Ese es su único secreto: Cruise se comrpomete al 100% en cada proyecto en el que se involucra, como demostró con las revisiones constantes de Top Gun: Maverick hasta que dio el visto bueno para su estreno. “Me encanta lo que hago. Me siento bendecido por tener la oportunidad de contar historias y entretener al público”, decía hace poco. Y es que el hecho de que haga sus escenas de acción tan solo es un síntoma más de un trabajo mucho más pasional y elaborado.
Sin embargo, no todos lo han visto así siempre. Solo ha sido nominado tres ocasiones al Premio Oscar —y digo solo porque oportunidades tuvo muchas más— y nunca se lo ha llevado a casa. Sí que ha tenido más suerte en los Globos de Oro, pero, como él mismo dice, el verdadero reconocimiento viene de la respuesta del público. Cruise ha logrado una conexión única con los espectadores a lo largo de los años, quienes aprecian su entrega y dedicación en cada proyecto. Además, su capacidad para mantenerse relevante en una industria tan cambiante es un testimonio de su talento y su habilidad para adaptarse a los gustos y demandas del público.
Aun así, y como suele pasar con las estrellas, no todo es tan de color de rosa como parece. Tom Cruise ha enfrentado críticas y controversias a lo largo de los años, especialmente en relación con sus creencias religiosas y su participación en la Iglesia de la Cienciología. Sin embargo, Cruise ha demostrado separar lo suficiente su vida personal de su carrera profesional, y ha continuado enfocándose en su pasión por la actuación.
Con la próxima entrega de Misión Imposible, Tom Cruise volverá a demostrar que, a pesar de su edad y de su problemática vida privada, es un actor nato y un animal del set de rodaje. Ese es su territorio, y a pesar de que tenga mejores y peores entregas a lo largo de su carrera, su pasión provoca que esté cada vez mejor valorado. Como le dijo Steven Spielberg en la última ceremonia de los Oscars: “tú has salvado al cine este año”. Y lo seguirá haciendo por muchos años más.
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